sábado, 24 de janeiro de 2009

Liberación y andar en el Espíritu - W. Gschwind

Extraído do site http://www.creced.ch/index.html

¿CÓMO PUEDO SER LIBERADO DEL PODER DEL PECADO?

Los jóvenes creyentes en la fe experimentan a menudo mucho gozo en su nuevo camino, pero también tentaciones y dudas. Este texto tiene por meta ayudar, por medio de la Palabra de Dios, a aquellos que empiezan el camino para seguir a Cristo y encuentran el siguiente problema: «Comprendí que mis pecados fueron perdonados por el nombre de Jesús; pero ¿cómo puedo ser liberado ahora del poder del pecado?»


¡Soy aún peor que antes de mi conversión!
Imagínese un hombre enterrado bajo un desmoronamiento. Está muerto. Sobre su pecho hay toda clase de piedras, pequeñas y grandes. No se da cuenta de esto. No le pesan. Está muerto. Pero si su corazón se pusiera a latir de nuevo y volviera a la vida, entonces vería y sentiría las piedras. Vendrían a ser un peso insoportable para él.
Al creyente le sucede más o menos lo mismo. Antes de su conversión usted estaba muerto en sus "delitos y pecados" (Efesios 2:1). Entonces, de ningún modo podía discernir el mal: usted era "tinieblas" (5:8). Había perdido toda sensibilidad moral, era ajeno a la vida de Dios (4:18-19).
Ahora ya no es así. Por la fe en Jesús, el Hijo de Dios, tiene la vida en usted (Juan 5:24). Verdaderamente se da cuenta de su estado delante de Dios, estado en el cual había vivido hasta ahora. Y se pregunta espantado:


¿Cómo puedo salir de este estado?


Por la sangre de Jesús fue lavado de sus pecados. Pero hay siempre nuevos pecados. Usted quiere liberarse del desmoronamiento del cual hablamos antes, y no puede. Hace un paso hacia adelante e inmediatamente retrocede un paso. Desde que quiere seguir a su Salvador y ser semejante a él, le parece que el pecado cobró vida en usted. Ve la ley del pecado en sus miembros, y tiene que hacer lo que aborrece. No me extrañaría que exclame: "¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?" (Romanos 7:9, 15, 23, 24).


Es imposible mejorar el "viejo hombre"


Su lucha bajo el desmoronamiento era necesaria. Todos debemos aprender a reconocer que nuestra vieja naturaleza, el "viejo hombre", está irremediablemente corrompido. Tenemos que perder toda confianza en nuestras propias fuerzas. Por naturaleza, todos venimos a ser "inútiles" (Romanos 3:12) como los detritos del vertedero: un cántaro quebrado, a nadie puede serle útil; un paraguas desgarrado, nadie lo quiere reparar.
Dios no espera absolutamente ningún esfuerzo por mejorar de nuestra parte. Es él quien, de manera divinamente perfecta, nos sacó de nuestro miserable estado.


¡Por Jesucristo, Dios nos libró de nuestro "viejo hombre"!


Cristo no fue a la cruz sólo a causa de nuestros pecados. No sufrió solamente por lo que hicimos, sino también por lo que somos. Si usted mira a la cruz puede decir: «En la persona de mi Sustituto, encontré el fin de mi viejo hombre». En cuanto a esto usted puede descansar plenamente en las claras afirmaciones de la Palabra de Dios: "Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado". "Porque somos sepultados juntamente con él (Cristo) para muerte por el bautismo" (Romanos 6:6, 4). ¡Qué liberación!
Este hecho divinamente grande no cobra valor solamente cuando usted comienza a sentirlo, sino desde el momento que cree que es también por usted que el Señor Jesús cumplió su obra de redención en la cruz. Esto le hace exclamar: "Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro" (7:25).


Dios le dio una nueva naturaleza


Usted es "nacido de nuevo". Esto es debido a su obediencia a la Palabra de Dios y por la acción del Espíritu Santo o, según la expresión del Señor Jesús, es nacido "de agua y del Espíritu" (Juan 3:5). Ahora tiene una nueva naturaleza. Cristo ha venido a ser su vida, pero al mismo tiempo el modelo sobre el cual esta vida en usted va a desarrollarse.
El Espíritu tomó la dirección de su vida
Ahora el Espíritu de Dios habita en usted. Tomó la dirección de su nueva vida, de la cual Jesús es el centro, el objeto y el blanco. El Espíritu desea dirigirlo de noche y de día, en su trabajo y en su tiempo libre, entre sus semejantes y en la soledad. Su meta es despertar y profundizar nuestros afectos hacia el Padre y hacia su Hijo Jesucristo.


Un gobierno opuesto


La Escritura llama nuestra atención sobre el hecho de que tenemos la "carne" en nosotros. Esta palabra no se refiere a una parte de su cuerpo, sino más bien a un poder opuesto que habita en nosotros. La lista aparece en Gálatas 5:19-21: fornicación, inmundicia, orgías, celos, y muchas otras cosas más.
Esta carne quiere dominar sobre su espíritu, tomar su alma y hacer de su cuerpo un siervo dócil. Si lo logra, entonces todo lo que producirá su vida será pecado.
El hecho de que la "carne" esté en usted no debe pesar sobre su conciencia. Esto no es un pecado. Sin embargo, esta carne corrompida no debe influir más en absoluto en nosotros. Y ¿cómo impedir la acción nefasta de esa oposición? La única solución eficaz es seguir el consejo de Dios: "Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne" (Gálatas 5:16).


EL ANDAR EN EL ESPÍRITU


¿Cuál es la naturaleza del Espíritu Santo que habita en mí?


No nos es difícil comprender que el Espíritu Santo, persona divina que habita en nosotros, es perfecto. Es el Espíritu de Dios, y, por ende, posee todos sus caracteres: "Es luz y no hay ningunas tinieblas en él" (1 Juan 1:5). "Es amor" (4:8). Es el "Espíritu de vida" (Romanos 8:2), de verdad (Juan 15:26; 1 Juan 5:6, 8), "de sabiduría" (Efesios 1:17), "de poder, de amor y de dominio propio" (2 Timoteo 1:7). El fruto que produce en nuestra vida corresponde igualmente a su naturaleza: "amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza" (Gálatas 5:22).


La "carne", que estará en mí todo el tiempo que viva en la tierra, es totalmente opuesta al "Espíritu", y su carácter no cambiará jamás


Lo comprendemos fácilmente. Ya hace mucho tiempo suspiramos a causa de la corrupción de nuestra «vieja naturaleza» y no nos extrañamos de que en la Palabra, la "carne" sea totalmente condenada, como tampoco de que sus obras mencionadas allí sean solamente cosas negativas y condenables. Son las que ya hemos enumerado antes: "adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas" (Gálatas 5:19-21).


Puedo andar sólo "por el Espíritu" o sólo "según la carne"


«Es justamente lo que no entiendo», me dirá tal vez. «Entre los dominios de estos dos enemigos irreconciliables que buscan gobernarme, ¿no hay una zona neutra donde yo pueda seguir mi vida en paz?» La respuesta es simple: o hago la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta, o bien hago mi propia voluntad. Entre la obediencia y la desobediencia no hay un punto medio.
Como Saúl, puedo ofrecer holocaustos y sacrificios a Dios. Pero si no los hago como la Palabra de Dios me manda, esos sacrificios son ante Dios un pecado de desobediencia y de voluntad propia (1 Samuel 13 y 15).
Como Rubén, puedo quedar "entre los rediles, para oir los balidos de los rebaños" (Jueces 5:16), pensando que no hay mal en ello. Sin embargo, si sé que el enemigo está en el país, y que amenaza a muchos con la muerte -y hasta con la muerte eterna-, entonces mi inactividad viene a ser una desobediencia culpable.
Puedo también ir a enterrar a mi padre. Pero si los cuidados hacia mi familia toman la prioridad sobre Jesús en mi vida, entonces este ejercicio, aunque sea motivado por amor, no resulta del "Espíritu" sino de "la carne" (Mateo 8:21-22).
No existe ninguna zona neutra entre el ámbito donde "el Espíritu" actúa en mi vida y el lugar donde la "carne" se pone en evidencia. Si continúo en la búsqueda de esta zona neutra, esto prueba que no entregué completamente mi vida al Señor.
Usted sabe cómo funciona un coche. Avanza o retrocede. No puede hacer otro movimiento. El apóstol Pablo anduvo "por el Espíritu" en toda fidelidad. Por esto proseguía "a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (Filipenses 3:14). Demas, por el contrario, había marchado un tiempo con el apóstol, luego se detuvo y, peor aún, retrocedió, "amando este mundo (Filemón 24; 2 Timoteo 4:10). Usted puede imaginar cuán rápidamente aumentaba el alejamiento de uno respecto del otro. ¡Qué tristeza!
«Los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?» (Romanos 6:22), pregunta el apóstol. Sólo el Espíritu Santo debe orientar las decisiones de mi corazón y dirigir mi marcha.


¿Cómo puedo hacer diferencia entre lo que es "del Espíritu" y lo que es de "la carne"? ¡No es siempre fácil!


El huevo de la hembra del cuco1 se parece al del pájaro del nido en el que lo puso. Una persona inexperta no los puede diferenciar fácilmente. Del mismo modo, a menudo puede parecerle difícil al que no anda desde hace tiempo en el camino de la fe hacer diferencia entre lo que es de la "carne" y lo que es del "Espíritu", especialmente cuando se trata de algo que se está gestando y que aún no lleva frutos visibles.
Incluso si ese discernimiento es en cierta medida cuestión de experiencia, no obstante es más importante tener un corazón no partido, dirigido hacia Cristo en la gloria, como Pablo (Filipenses 3), y un ojo bueno, como el ciego de nacimiento que Jesús había curado (Juan 9). Hasta un cristiano avanzado, si no mantiene la vigilancia, puede ser confundido por un niño en la fe que posee estas dos cosas. La Palabra de Dios dice: "Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él" (2 Crónicas 16:9). "La lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es maligno, también tu cuerpo está en tinieblas" (Lucas 11:34-36).
Dios le dio a Abraham una directiva muy simple: "Anda delante de mí y sé perfecto" (Génesis 17:1). A menudo cosas simples como éstas nos ayudan a ver claramente: «¿Esto me acerca al Señor Jesús, o me aleja de él? ¿Me es útil tal cosa en su servicio?»


¿Cuál debe ser mi meta? ¿Siembro "para el Espíritu" o "para la carne"? (Romanos 13:14; Gálatas 6:8).


Más de un creyente, y sobre todo entre los jóvenes, tiene a menudo la impresión de que ha realizado un gran esfuerzo para vencer el deseo de la carne y decir «no» al mundo y al pecado.
Pero la pregunta más apropiada es: ¿Siembro "para el Espíritu" o "para la carne"? Tanto el bien como el mal implican una preparación. Y tenemos que ser vigilantes respecto a lo que preparamos. Pueden sembrarse malas semillas en lugar de flores, ponerse fertilizantes a las plantas malas en vez de hacerlo a las buenas. ¿Cuáles entonces van a crecer y fortificarse?
La Palabra de Dios es la buena semilla (Lucas 8:11). ¿La propago ricamente en mi corazón por medio de una lectura constante, acompañada por la oración? ¿La medito y vivo de esta Palabra? (Salmo 119:148; Mateo 4:4) ¿Dejo que la Palabra de Cristo more en abundancia en mí? (Colosenses 3:16) ¿Soy un hacedor de la Palabra o un oidor olvidadizo? (Santiago 1:22-25).
El mundo entra tan fácilmente en las familias de los hijos de Dios -aun en aquellas que están alejadas de lugares de placeres carnales y de pecado- bajo la forma de libros o de escritos de toda clase. Muchas cosas que vienen de esta manera son como un «fertilizante» para nuestra carne, y la hacen crecer y desarrollarse. Los deseos resultantes se muestran muy pronto fuertes y exigentes. ¡Cuán difícil es vencer al mundo cuando se lo ha dejado llenar el corazón!
¿Cómo sucedió la caída de David? Al caer la tarde, ¡estaba acostado fuera sin hacer nada! Joab, todos los siervos de David, así como todo Israel, estaban en el fuego de la batalla contra el enemigo; pero el rey, recostado a la sombra, ¡no hacía nada! ¿Necesitamos entonces extrañarnos de los malos pensamientos que cautivaron su corazón y lo condujeron a un horrible pecado? (2 Samuel 11:1-17). Ningún medio es más propicio para el desarrollo de la "carne" que la ociosidad (Proverbios 6:10-11; 1 Timoteo 5:13). Por eso los creyentes de la isla de Creta, expuestos especialmente a ese peligro, debían procurar "ocuparse en buenas obras" (Tito 1:12; 3:8). Escuchemos, nosotros también, esta exhortación, y seamos celosos en "buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano" para cada uno de nosotros (Efesios 2:10).
1) Nota del E.: Ave que habita especialmente en Europa. Pone sus huevos en los nidos de pájaros.

Deus está no Comando - Levi Cândido

Artigo enviado pelos irmãos de Barueri-SP

“Que diremos, pois, à vista destas cousas; Se Deus é por nós, quem será contra nós?” (Rm8:31)
Alguém disse que a essência da doutrina da graça consiste nisto: “Deus é por nós!”. De fato, se Deus estiver a favor de alguém, quem poderá se lhe opor e prevalecer? . O amparo pertencem àqueles a quem o Senhor pertence. “Quando tudo o que você é está à disposição de tudo o que Deus é, então tudo o que Deus é está à disposição de tudo o que você é”. “Porque, quanto ao SENHOR, seus olhos passam por toda a terra, para mostrar-se forte para com aqueles cujo coração é totalmente dele..” ( 2 Cr 16:9ª ). Em primeira instância é necessário atentarmos para quem é Aquele que está no controle de todas as coisas no universo. As Escrituras Sagradas nos mostram que o SENHOR Deus tem a soberania sobre tudo, e que todas as coisas estão ao seu inteiro dispor. “Tudo o que Deus pretende ele decreta, e o que permite já previu”. “Por isso hoje saberás, e refletirás no teu coração, que só o SENHOR é Deus, em cima no céu e em baixo na terra; nenhum outro há. Conforme os teus juízos, assim tudo se mantém até hoje; porque ao teu dispor estão todas as coisas.”. (Dt 4:39 ; Sl 119:91). Aquele que é o Criador também é o Sustentador de todas as coisas, “portanto, nada acontece a não ser pela vontade do Onipotente; ou Ele permite que aconteça, ou Ele mesmo o faz acontecer”. Muitos há que miram as circunstâncias e ficam desanimadas com elas, ao invés de mirarem Aquele que governa as circunstâncias e tem absoluto controle sobre elas. “Mas o nosso Deus está nos céus; faz tudo o que lhe agrada.” (Sl 115:3). A.W.Pink escreveu: “Deus é Lei para si mesmo e... não tem obrigação de prestar contas de suas atitudes a quem quer que seja”. O que nós precisamos de fato, é conhecer Aquele cujos pensamentos e caminhos são infinitamente superiores aos nossos. “Porque os meus pensamentos não são os vossos pensamentos, nem os vossos caminhos os meus caminhos, diz o SENHOR. Porque assim como os céus são mais altos do que a terra, assim são os meus caminhos mais altos do que os vossos caminhos, e os meus pensamentos mais altos do que os vossos pensamentos.” (Is 55:8-9). “Deus escreve com uma pena que nunca borra, fala com uma língua que nunca erra, age com uma mão que nunca falha”. “Se Deus é por nós quem será contra nós?”. É conhecendo o Senhor e o seu poder, que confiaremos e descansaremos nele, mesmo em meio às adversidades da vida. Em Salmo 9 verso 10 podemos ler: “Em ti, pois, confiam os que conhecem o teu nome, porque tu, SENHOR, não desamparas os que te buscam”. Alguém disse: “Tome qualquer classe social, a mais alta ou a mais baixa, e não encontrará um só caso de alguém que tenha confiado no SENHOR e ficado desapontado” “Lança o teu cuidado sobre o SENHOR, e ele te susterá; não permitirá jamais que o justo seja abalado.” (Sl 55:22). Se nossa personalidade e nossas diretrizes, se voltam para Deus, temos a presente e eterna paz com Ele em toda e qualquer circunstância. “Tu conservarás em paz aquele cuja mente está firme em ti; porque ele confia em ti.” (Is 26:3). O pastor Tomaz Germanovix de Londrina-Paraná, disse algo muito significativo: “Façamos dos momentos sombrios e penosos de nossas vidas pássaros que nos levem, em suas asas, até à presença majestosa do SENHOR do universo. Descansemos Nele, pois ele está no comando” “Olhai para mim, e sereis salvos, vós, todos os termos da terra; porque eu sou Deus, e não há outro.” (Is 45:22). Também lemos em Salmo 46 verso 10 que diz: “Aquietai-vos e sabei que eu sou Deus; sou exaltado entre as nações, sou exaltado na terra”. Thomas Brooks assim expressou-se: “A soberania de Deus é aquele cetro de ouro em sua mão pelo qual ele faz todos se curvarem, seja por sua palavra, por suas obras, por suas misericórdias ou por seus juízos”. De fato, a doutrina da soberania de Deus transforma a adversidade. Santo Agostinho foi muito feliz em dizer que “a nossa alma jamais repousará em paz enquanto não repousar no SENHOR”. Se temos Deus como o Soberano Senhor, teremo-Lo como refúgio e fortaleza, socorro bem presente na angústia (ver Sl 46). “A confiança em Deus, o eterno Ajudador, não só na morte e no julgamento final, mas no tempo presente também, na dificuldade imediata, pode ser visto no Salmo 54:4, onde vemos a bem-aventurança daqueles que têm o SENHOR ao seu lado. “Eis que Deus é o meu ajudador, o SENHOR é quem me sustenta a vida.” Moisés foi um homem que aprendeu que sua felicidade, sua segurança, seu êxito em seus caminhos, dependia tão somente da presença do SENHOR com ele, por isso a sua determinação em receber do SENHOR a convicção de Sua presença, o faria disposto a seguir o seu caminho. “E Moisés disse ao SENHOR: Eis que tu me dizes: Faze subir a este povo, porém não me fazes saber a quem hás de enviar comigo; e tu disseste: Conheço-te por teu nome, também achaste graça aos meus olhos. Agora, pois, se tenho achado graça aos teus olhos, rogo-te que me faças saber o teu caminho, e conhecer-te-ei, para que ache graça aos teus olhos; e considera que esta nação é o teu povo.” (Ex 33:12-13). “Nenhum homem pode, na verdade, dizer que teve êxito na vida, a menos que haja escrito na parte superior do diário de sua vida – Entrada: Deus!”. Moisés sabia que se o SENHOR fosse por ele, quem seria contra ele?. Ele sabia que tendo o SENHOR ao seu lado, teria a providência necessária para toda a sua vida. A resolução de seu coração era : “Senhor, eu não quero fazer nada a não ser que o Senhor me dirija”. A convicção da presença do SENHOR traz quietude, temor, humildade...dependência. Por isso vemos como o coração de Davi extravasou-se em confiança, alegria e esperança pela convicção da presença do Senhor ao seu lado. “Tenho posto o SENHOR continuamente diante de mim; por isso que ele está à minha mão direita, nunca vacilarei. Portanto está alegre o meu coração e se regozija a minha glória; também a minha carne repousará segura.”( Sl 16:8-9 ). Oxalá experimentemo-nos aquela experiência de comunhão descrita no Salmo 84 verso 3 que diz: “O pardal encontrou casa, e a andorinha, ninho para si, onde acolha os seus filhotes; eu, os teus altares, SENHOR dos Exércitos, Rei meu e Deus meu”.“A Tua providência é grande e amável, homens e animais recebem teu cuidar; por toda a criação Tu és o responsável, mas os santos são teu interesse peculiar”. Diz o apóstolo Paulo em Romanos 8 verso 32 que “Aquele que não poupou a seu próprio Filho, antes, por todos nós o entregou, porventura não nos dará graciosamente com ele todas as cousas?”. O Senhor cuida daqueles que são seus. “Provai, e vede que o SENHOR é bom; bem-aventurado o homem que nele confia. Temei ao SENHOR, vós, os seus santos, pois nada falta aos que o temem.” (Sl 34:8-10). Por isso, tudo o que nós necessitamos é Cristo mesmo. Se há algum de meus leitores com o coração quebrantado, se o pecado pesa-lhe em sua consciência, se se sentem algemados em grilhões do pecado, olhem para Jesus Cristo, e somente para Ele. “...Pois não há nenhuma necessidade que não possa ser suprida por Jesus; não há vazio no coração que Cristo não possa encher; não há um ermo que ele não possa povoar; não há deserto que ele não possa fazer florescer como a rosa.” “O minha alma, espera somente em Deus, porque dele vem a minha esperança. Só ele é a minha rocha e a minha salvação; é a minha defesa; não serei abalado. Em Deus está a minha salvação e a minha glória; a rocha da minha fortaleza, e o meu refúgio estão em Deus. Confiai nele, ó povo, em todos os tempos; derramai perante ele o vosso coração. Deus é o nosso refúgio.” (Sl 62:5-8). “Talvez haja um tempo em que Deus não é encontrado, mas não existirá nenhuma ocasião em que não se possa confiar nele”, dizia Thomas Lee. Certa vez um homem foi pedir conselhos a um pastor. Ele achava-se no meio de um colapso financeiro. “Perdi tudo”, lamentou ele. “-Oh, estou tão triste por você ter perdido a sua fé”. “- Não”, corrigiu o homem, “não perdi minha fé”. “-Bem, então sinto muito por você ter perdido o seu caráter”. “-Eu não disse isto”, tornou a corrigir ele. “Ainda tenho o meu caráter”. “-Que pena você ter perdido a sua salvação”. “- Não foi isto que eu disse”, tornou a corrigir ele. “Não perdi minha salvação”. “-Você tem a sua fé, o seu caráter, a sua salvação. Parece-me”, observou o ministro, “que você não perdeu nenhuma das coisas que realmente importam”... Nem nós a perdemos. Você e eu poderíamos orar como o puritano. Ele sentava-se para uma refeição de “pão e água”, curvava a cabeça e dizia: “ Tudo isto e Jesus também!”. “De fato, grande fonte de lucro é a piedade com o contentamento. Porque nada temos trazido para o mundo, nem cousa alguma podemos levar dele; tendo sustento e com que nos vestir, estejamos contentes”(I Tm 6:6-8). Se você tem Cristo, você tem o Pastor do Salmo 23. “O SENHOR é o meu pastor: nada me faltará”. Se você tem Cristo, você tem os celeiros de Deus, pois “Cristo é a chave de todos os aposentos de Deus”. Se você tem Cristo, “você possui graça para cada pecado, direção para cada canto, e uma âncora para cada tempestade. Você tem tudo o que precisa”. A linguagem dos santos de Deus é : “No tocante a mim, confio na tua graça; regozije-se o meu coração no teu salvamento. Cantarei ao Senhor, porquanto me tem feito muito bem. Tu és bom e fazes o bem; ensina-me os teus decretos”, etc.( cf. Sl 13:5-6, 119:68 ). “O único verdadeiro lugar de descanso, onde a dúvida, a fadiga, os ferrões de uma consciência acusadora e os anseios de uma alma insatisfeita podem todos aquietar-se, é Cristo mesmo. Não a igreja, mas Cristo, não a doutrina, mas Cristo. Não as cerimônias, mas Cristo. Cristo, o Deus homem dando a vida pela nossa - selando o eterno concerto e fazendo a paz pelo sangue da sua cruz. Cristo, o celeiro divino de toda a luz e verdade, em quem estão escondidos todos os tesouros da sabedoria e da ciência. Este, somente este, é o refúgio da alma aflita, a rocha sobre a qual se pode estar firme. Jesus Cristo é digno de toda adoração”.( F. Ronke) “Vinde a mim, todos os que estais cansados e oprimidos, e eu vos aliviarei. Tomai sobre vós o meu jugo, e aprendei de mim, que sou manso e humilde de coração; e encontrareis descanso para as vossas almas. Porque o meu jugo é suave e o meu fardo é leve.” (Mt 11:28-30). “Quando olho para mim, fico deprimido; quando olho para os outros, fico desapontado; quando olho para as circunstâncias, fico desanimado; mas...quando olho para Cristo fico descansado”. “Olhem para o meu Servo. Vejam o Meu Escolhido. Ele é o Meu Amado, em quem a minha alma se alegra...Ele não esmaga o fraco, nem apagará a menor esperança que houver” (Mt 12:18-20). “Pai, guarda e sustenta o Teu povo em Cristo Jesus. Amém”.

Irmãos em Cristo Jesus.

Irmãos em Cristo Jesus.
Mt 5:14 "Vós sois a luz do mundo"