sexta-feira, 7 de março de 2008

EL TRIBUNAL DE CRISTO- David Dyer

EL TRIBUNAL DE CRISTO

En el Cristianismo hoy, generalmente hay dos escuelas de pensamiento concernientes al tema de la salvación. Un grupo de cristianos cree que usted puede perder su salvación. Aquellos que sostienen esta creencia piensan que usted puede “ser salvo” o nacer de nuevo y luego más adelante, a causa del pecado, perder su salvación. Muchos de ellos también creen que usted puede “salvarse” otra vez siempre y cuando usted se arrepienta. Este proceso puede repetirse un sin número de veces. Este punto de vista fue propagado hace muchos años por un hombre llamado Jacobo Arminio, formando parte de lo que se conoce como “Arminianismo”. Esta doctrina es generalmente sostenida por las Iglesias Pentecostales o Carismáticas.La segunda escuela de pensamiento sobre el tema de la salvación es que una vez que usted nace de nuevo, usted es “salvo”, y nada que usted o cualquier otro pueda hacer cambiará ese hecho. Si usted peca o usted se aparta de la fe, ninguna de estas cosas tiene ningún impacto en su seguridad eterna. Ellos piensan que usted no puede “perder” su salvación. Más aún, ellos enseñan que hay pocas, si algunas, consecuencias de sus acciones. Una vez que usted recibe a Jesús usted va camino al cielo y no hay más que decir ni hacer sobre el asunto. Este punto de vista fue explicado por Juan Calvino y así forma parte del “Calvinismo”. Esta es la posición de la mayoría de las iglesias Fundamentalistas.Es interesante que ambos campos producen algunas muy significativas y convincentes porciones escriturales para sustentar su caso. Cada lado cita versículos que parecen probar lo que enseñan. Sin embargo por lo aprendido en el capítulo anterior vemos que cada postura de este debate comete un error fundamental. Ellos debaten sus puntos de vista de la Escritura como si “salvación” fuera lo mismo que “nacer de nuevo”. No se han dado cuenta que la salvación bíblica no es solo el nuevo nacimiento sino un proceso de toda la vida de ser cambiado de gloria en gloria a la imagen de Cristo Jesús. (Si usted tiene alguna confusión sobre esto, por favor revise el capítulo 6 en lo referente a “La Salvación del Alma”, para una explicación más completa de esta verdad). Cuando usted lee la Biblia con esto en mente, muchas escrituras tienen más sentido. Mucha confusión se resuelve simplemente entendiendo que “la salvación” es más que un evento único, sino también un proceso mediante el cual somos transformados.Como estamos viendo, a ambas posturas declaradas arriba les ha faltado algo muy importante. Pero también necesitamos ver que ambas también contienen bastante de verdad cuando se ven bajo la luz apropiada. Todas las escrituras usadas por ambos lados de este debate son verdaderas. Dios no se equivocó al escribir Su santo libro. Para una mejor comprensión de esto, por favor ponga cuidadosa atención a las siguientes declaraciones.La salvación que usted ha recibido de Dios es por cierto eterna y usted no puede perderla. Pero la salvación que usted aún no ha experimentado la perderá, si usted no se esfuerza por entrar en ella. Usted ve, ambas cosas pueden ser y son verdad. Usted no puede perder y sin embargo usted puede perder su salvación. El problema es que la gente ha definido “la salvación” simplemente simplemente como “nacer de nuevo”, pero en la Biblia y en la mente de Dios hay mucho más que eso. La salvación bíblica es la obra completa de Dios en y para el hombre, comenzando con su limpieza y la experiencia del nuevo nacimiento, continuando con la transformación del alma y terminando con la glorificación del cuerpo.Lo que usted ha ganado de vida (ZOE) eterna es ciertamente eterno. Por definición lo que Dios es, es absolutamente indestructible. Si usted ha permitido al Eterno entrar en su espíritu y ha sido “unido” (1Cor. 6:17) a El, no hay forma de perder o destruir este hecho. La vida solo puede perderse de una manera. No se evapora ni se escapa de nosotros. En el universo entero Dios nos ha mostrado solo una forma de deshacerse de cualquier tipo de vida, esta es, matarla. Pero ven ustedes. La vida de Dios es imposible matar. Los judíos y los soldados romanos trataron, pero fue imposible que la muerte lo pudiera retener (Hch. 2:24). Dios no va a simplemente desaparecer de usted. Lo que ha sido saturado y penetrado de Su vida y naturaleza divina ha llegado a ser eterno y absolutamente indestructible. La palabra “eterno” significa exactamente eso, eterno.Pero por otro lado si no hemos permitido a Dios llenarnos y cambiarnos, queda en nuestro ser mucho que no es indestructible. Si nos negamos a permitir que el Espíritu Santo tenga acceso a toda nuestra alma, si resistimos la disciplina y la obra de Dios dentro de nosotros esta parte vieja y natural se perderá. Cuando Jesús venga y nuestro tiempo de transformación haya concluido, entonces lo que hayamos ganado será nuestro pero lo que no hayamos ganado se perderá, ya que no habrá una segunda oportunidad de ganarlo.Esta comprensión corresponde exactamente a la enseñanza de Jesús cuando estaba en la tierra. El dijo claramente: “El que desee salvar su vida la perderá” (Mt.16:25), también Mt. 10:39, Lc.9:24, 17:33, Jn. 12:25). Esta palabra “vida” aquí es “SIQUE” o “vida anímica”. Es significativo que este versículo está registrado en la Biblia cinco veces. Nada podría ser más claro. Si usted se ama a sí mismo y resiste la obra transformadora y purificadora del Espíritu Santo dentro de usted, entonces esta vida natural SIQUE se perderá! Esto no se refiere a su vida física. No significa muerte física. No está hablando de ser un mártir. Significa su alma. De hecho, algunas traducciones dicen solamente esto: “Aquel que salva su alma la perderá”. Los elementos naturales, pecaminosos que quedan en su ser serán consumidos por la presencia de un Dios intensamente santo en Su venida. Se perderán. Es una de las promesas de Dios! Considérela verdad.

LA TIERRA DE LA PROMESA

Para ilustrar aún más este punto. Volvamos otra vez a los hijos de Israel y a la Tierra Prometida, Canaán. Dios les dio esta tierra. La dio libremente y sin costo. El definió los límites de antemano, mostrándoles la longitud, la anchura y la extensión de la tierra que podrían heredar (Nm.34:3-12). Sin embargo, había una condición. Esta gente tenía que entrar en esta tierra día a día, paso a paso de acuerdo con la guía del Espíritu Santo, y tomar posesión de ella. Ellos no podían simplemente reunirse en el lado más distante del río Jordán y proclamar que eran propietarios de ella. Ellos no podían simplemente quedarse en el lado oriental adorando y agradeciendo a Dios por este gran regalo que El les había dado. Para realmente obtenerla, ellos mediante la fe y la obediencia tenían que entrar y poseerla. Lo mismo es verdad para nosotros hoy en relación a nuestras almas. Jesús explica, “por vuestra perseverancia ganaréis vuestras almas” (Lc. 21:19). Es esencial que todo hijo de Dios conozca y entienda esta verdad.Realmente Jesucristo ha comprado para cada creyente una salvación completa. Su muerte en la cruz fue suficiente para cambiarnos de un grado de gloria a otro a Su imagen exacta. El ha vencido el pecado, la muerte y el poder del diablo. Toda Su obra ha sido terminada. En la cruz El declaró: “Está terminado” (Jn.19:30). Sin embargo queda una parte que nos toca hacer. Mediante la fe y la obediencia debemos entrar y poseer aquello que El ha dado gratuitamente. No nos hará ningún bien simplemente alabar y agradecer a Dios por Su regalo, mientras que no hacemos ningún progreso espiritual. Estas no son promesas para “algún día” futuro. Hoy es el día de salvación (2 Cor. 6:2). Hoy es el día para llegar a ser “partícipes de la naturaleza divina” obteniendo estas “grandísimas y preciosas promesas”(2 P.1:4). Tenemos delante de nosotros una buena tierra, entremos y tomemos posesión de ella!Si por otro lado no estamos dispuestos a hacer frente al enemigo, luchar las batallas, confrontar los gigantes en nuestras vidas y manifestar Su victoria, no ganaremos lo que nos pertenece por derecho. Aún cuando Dios había ya dado a Israel su territorio, ellos nunca llegaron a entrar y poseerlo completamente. Fracasaron en obedecer a Dios y mediante el temor y la desobediencia fracasaron en entrar completamente en la promesa. Aquello que capturaban, lo tenían, pero aquello que no conquistaban estaba perdido para ellos. Ocurre de la misma manera con nosotros hoy. No hay segunda oportunidad. No hay transformación mágica del alma más tarde cuando El venga. Lo que hemos ganado es nuestro, pero lo que no hemos ganado se perderá para nosotros a menos que nos arrepintamos y nos esforcemos en ello hoy día. “Por tanto, ya que queda una promesa de entrar en Su reposo, temamos no sea que alguno de ustedes parezca no haberlo alcanzado”(Heb. 4:1)Por lo que puedo darme cuenta, casi todos los cristianos creen en algún grado de transformación. Es decir, creen que pueden ser cambiados hasta cierto punto u otro por la obra del Espíritu Santo. Muchos admiten la necesidad de ser librados de algún pecado externo, más “grosero” Algunos aún hablan de una santidad adicional. Sin embargo, muchos creyentes en la iglesia de hoy también parecen pensar que este proceso es opcional o no realmente tan importante. Muchos creen que no importa cual sea el estado de nuestro ser interior o alma cuando el Señor regrese, todos los problemas serán resueltos y todas las tendencias y hábitos pecaminosos cambiados “en un instante en un abrir y cerrar de ojos” (1 Cor.15:52). Aunque pocos lo admitan, esto tiende a conducir a una actitud algo parecida a esta: “Bueno, realmente no importa si no soy completamente santo. No importa realmente si todavía soy “un poco” envidioso, sensual, deshonesto, colérico, codicioso, murmurador, celoso o cualquiera de estas otras cosas. Cuando Jesús venga, todo esto será cambiado instantáneamente, de modo que, por qué tomarme la molestia de preocuparme por mi condición ahora? Después de todo, todos los demás parecen estar llenos de pecado también. Dios me perdona. Por qué debiera tratar de ser santo ahora, cuando lo obtendré todo sin esfuerzo más tarde”. Aunque algunos enseñan que todavía hay un asunto de “recompensas”, este factor no parece motivar a muchos en nuestra sociedad actual. Pero ciertamente algunos preguntarán “Qué hay de ser transformados en un abrir y cerrar de ojos?” Este es un versículo maravilloso, pero NO se refiere a nuestra alma. Si usted lee el contexto, se dará cuenta que está hablando de nuestros cuerpos. Ciertamente nuestros cuerpos serán cambiados instantáneamente para ser como Jesús. Ellos serán glorificados inmediatamente cuando Jesús venga. Pero en lo concerniente al alma, las Escrituras también son claras, “ahora es el día de la salvación” (2 Cor.6:2) Esto debiera tener perfecto sentido para una persona que piensa correctamente. Por qué Pablo, por ejemplo, “moriría” diariamente”, se negaría a sí mismo, se esforzaría en seguir adelante”, “castigaría su cuerpo” y todas estas otras cosas, si todo lo que realmente necesitaba hacer era esperar el día mágico cuando él sería instantáneamente cambiado para ser como Jesús? Yo aún he escuchado a cristianos enseñar que ellos tienen una “revelación más profunda” que Pablo y que él no necesitaba sufrir en absoluto. Este tipo de disparate terminará rápidamente cuando Jesús aparezca en poder y gloria. Aquellos que están diciendo tales necedades comenzarán a orar a las rocas y a las montañas que caigan sobre ellos y los oculte de la intensa y ardiente presencia del Dios Altísimo (Ap.6:16) “Conociendo por tanto el terror del Señor, persuadimos a los hombres”; (2 Cor.5:11).Con esto en mente, investiguemos ahora más lo que la palabra de Dios dice a cerca de este tema. Sabemos sin duda alguna que cuando Jesús regrese todos nos presentaremos delante de Su tribunal (2 Cor. 5:10) y allí daremos cuenta en lo concerniente a lo que hemos hecho. En aquel “Día” nuestras obras serán “reveladas” por el fuego. Si nuestras obras pasan la prueba, “recibiremos recompensa” pero si nuestras obras son defectuosas, serán quemadas (1 Cor. 3:12-15)

AUNQUE ASI COMO POR FUEGO

Pero observemos más detenidamente el versículo 15. Leemos que la persona cuyas obras se perdieron fue por cierto salva, “aunque así como por fuego”. De modo que vemos que no solo nuestras obras pasan a través del fuego, sino también nosotros seremos probados por la llama! Nosotros también atravesaremos el fuego. Qué fuego es este? Es nada menos que la presencia de Dios! “Porque nuestro Dios es fuego consumidor” (Heb. 12:29). La intensidad ardiente de lo que es El analizará y revelará el contenido de lo que somos. Esta es la verdadera prueba. Si lo que somos por dentro es puro-o sea, lleno de la vida, naturaleza y esencia de Dios- pasará. Nadie podrá destruir esto. Si por el contrario estamos llenos de la vieja vida y naturaleza, ella será consumida por Su presencia flamígera. Recuerde que El no es simplemente un fuego, sino un fuego consumidor. Sin duda lo que será consumido delante de Su trono es cualquier cosa que no es santa, justa y pura- cualquier cosa que no corresponda a lo que El mismo es. De hecho, si usted se pone a pensar en esto, así debe ser. Obviamente nada que no sea santo podría resistir la presencia de Dios. Dios debe eliminar todo pecado de Su pueblo. Cuando Dios creó el mundo de Adán y Eva, era sin pecado. Sin embargo, tan solo un pecado, solo uno, destruyó para siempre la creación entera que El había hecho. De la misma manera si a la vida y naturaleza pecaminosas se les permitiese entrar en la nueva creación de Dios, tarde o temprano producirá pecado (ver capítulo 4) y este único pecado contaminaría para siempre esta nueva creación. Por tanto, cuando El venga, si todavía estamos llenos de nuestra propia vida pecaminosa, algo se debe hacer.Las Escrituras preguntan “Quien de nosotros morará con el fuego consumidor? Quién de nosotros habitará con las llamas eternas (Is.33:14,15)? La respuesta es dada: “El que camina en justicia y habla lo recto, el que aborrece la ganancia de opresiones, quien hace señas con las manos rechazando sobornos, quien se tapa los oídos para no oír propuestas para derramar sangre, quien cierra los ojos para no ver el mal”. Esto indica gente justa, aquellos que están llenos de Dios y permitiéndole El vivir Su vida a través de ellos.En el libro del Apocalipsis se nos presenta un espectáculo admirable. Vemos un grupo de hombres y mujeres en pie sobre un mar de vidrio mezclado con fuego (Apoc. 15:2). Ellos están en pie en medio de un infierno de fuego. Pero qué lugar es este? De hecho, es el pavimento transparente directamente frente al trono de Dios (Ver Ex.24:10; Ez. 28:14). Están en la misma presencia de Dios. Y en esta admirable Presencia es como si todo estuviera ardiendo en fuego. Sin embargo esta gente especial está cómoda allí. No son afectados por las llamas. De hecho, están adorando, cantando la canción de Moisés en la presencia del Dios Todopoderoso. Recuerde también los tres jóvenes amigos de Daniel el profeta que fueron arrojados en el horno de fuego. Estos eran gente santa. Habían entregado sus vidas completamente a Dios, no fueron afectados por la llama. Estas cosas todavía nos hablan hoy día.

EL BAUTISMO DE FUEGO

Juan El Bautista declaró: “Yo por cierto os bautizo con agua; pero viene uno más poderoso que yo de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado, El os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en Su mano, y limpiará Su era, y recogerá el trigo en Su granero”(Lc. 3:16,17). Aquí encontraremos una declaración extraña. Juan dice que el Hijo de Dios, Jesucristo el Salvador del mundo, viene y cuando El venga va a bautizar a hombres y mujeres con fuego. Qué significa este fuego? Por qué es que Dios querría derramar fuego del cielo sobre aquellos que creyeron en El? Dios desea purificar a Sus hijos. No solo quiere reunir de entre los hombres aquellos que crean, sino que también El desea limpiarles y purificarles de modo que cuando se presenten delante de El, sean santos. Creo que este fuego bautismal es el mismo que el fuego purificador mencionado en otras partes en las Escrituras (Ver Mal. 3:23, Zac. 13:9) el cual es un brasero de carbones encendidos intensamente calientes. Es esta clase de fuego que un joyero que trabaja en oro o plata usaría para purificar todas las impurezas de los metales con los cuales está trabajando. De esta misma manera Dios nos está bautizando con Su fuego para limpiarnos, para purificarnos y para prepararnos para Su manifestación.Jesús dijo: “He venido para traer fuego a la tierra, y cuanto deseo que ya estuviera encendido. (Lc. 12:49)! No hay duda que Dios quiere purificar a Sus hijos. No solamente quiere salvarlos de lo que han hecho sino también de lo que ellos son. El quiere purificarlos por dentro de modo que ellos sean de la misma naturaleza y sustancia que El. Efesios dice: “a fin de que El pueda presentársela a Sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha, ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”. Tal cosa requiere el bautismo de fuego. No solo debemos ser bautizados con el Espíritu Santo para llenarnos con la vida y el poder de Dios, sino también debemos ser bautizados con fuego- ese ardor interno purificador, refinador que nos derrite, nos cambia, quema la escoria y nos hace ser como El.Ustedes ven, todo creyente va a experimentar el fuego de Dios, hoy y en el futuro. Si pasamos tiempo en Su presencia, esto ocurrirá ahora porque verdaderamente El es “un fuego consumidor”. Sin embargo, si evitamos el contacto íntimo con El, entonces esta experiencia esencial será reservada para el futuro cuando no hay posibilidad de ganancia. El fuego de Dios es algo a través de lo cual podemos pasar hoy si estamos dispuestos y listos. Esto nos preparará para el fuego de Su presencia en el futuro. Si le permitimos hacer Su trabajo purificador dentro de nosotros ahora, entonces en Su manifestación no tendremos nada que temer. Si le permitimos escudriñar y purificar nuestra alma completamente, entonces habremos llegado a ser transformados como la madera petrificada en el capítulo 6 y por lo tanto inmunes a cualquier quemazón adicional.Significa eso que el creyente se “irá al infierno”? No, no estamos diciendo tal cosa. Ni tampoco lo dice la Biblia. Aquí no leemos nada a cerca de perder la vida eterna (ZOE). En el Tribunal de Cristo ninguno es “lanzado en el lago de fuego” sino el Anticristo y el Falso Profeta. La cuestión aquí no es una de “cielo o infierno”. Lo que estamos viendo aquí es que hay una “perdida” considerable para cristianos no preparados. Es la pérdida del alma o vida SIQUE. Está es la destrucción irrevocable de toda la vida natural con la naturaleza pecaminosa.Entonces una pregunta razonable podría ser: “Cuál es el resultado final de tal juicio. En último término cómo afecta esto al creyente? Es claro que en cada creyente que se presenta delante del tribunal de Cristo, al menos algo será salvado (1 Cor. 3:15) sin considerar la pérdida. Lo mínimo, será el espíritu humano que ha renacido y ha sido unido al Espíritu de Dios. Pablo habla de alguno que iba a ser entregado “a Satanás” para la destrucción de la carne, para que su espíritu pueda ser salvo en el día del Señor Jesús (1 Cor. 5:5). También, la mayoría de los creyentes habrán alcanzado al menos algún grado de crecimiento espiritual. O sea alguna cantidad de transformación sobrenatural habrá ocurrido, alguna cantidad de sustancia eterna habrá sido depositada. Esto tampoco será y por cierto no puede ser quemado. Cualquiera y cada una de las partes del alma que ha sido transformada permanecerá. Lo que sea que haya sido saturado y penetrado por la vida de Dios es por definición eterno. Lo que hemos ganado ciertamente es ganado para siempre, pero la vida y naturaleza viejas se perderán.

MADUREZ ESPIRITUAL

Pero cómo nos afectará esto? Cómo podemos entender estas cosas? En varios lugares de la Escritura, leemos a cerca de niveles o etapas de crecimiento espiritual. (Ver: Ef. 4:15, 1P 2:2; 2P.3:18 y 1 Jn. 2:12-14) Leemos de “niños” en Cristo”, “jóvenes” espirituales y aún “padres” indicando de esta manera “niveles” de madurez. Yo creo que estas cosas no solo son figuras del lenguaje, sino que se refieren a realidades espirituales. Por lo tanto, es lógico suponer que el grado de madurez espiritual que alcancemos en esta vida mediante una fiel obediencia al Espíritu Santo será nuestro estado eterno cuando venga Jesús. En otras palabras, si permanecemos como niños en Cristo, seremos para siempre niños. Si nos esforzamos un poco para ganar algo de madurez, esto también será nuestro estado eterno. Todo lo demás se perderá y quemará con Su presencia. Si por otro lado, nos esforzamos para conocer al Señor y alcanzar algún grado de adultez espiritualmente, estaremos agradecidos para siempre y sufriremos poca si alguna pérdida en Su venida.Queridos hermanos y hermanas, esta es nuestra recompensa. No recibiremos plata ni oro u otras recompensas materiales en la eternidad. Dios mismo es nuestra recompensa, El le dijo a Abraham, “yo soy tu escudo, tu recompensa sobremanera grande” (Gn.15:1). Entiende usted esto? En Su presencia, ninguna otra cosa tiene valor alguno. El es Aquel a quien gozaremos en forma suprema. El salmista claramente dice: “En Tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a Tu diestra para siempre” (Sal. 16:11). Créalo, es verdad. El es y será nuestra recompensa. Pero piense usted también en esto. La habilidad de cada uno para disfrutar de esta gloriosa experiencia y por lo tanto de su recompensa, será gobernada por su madurez.Así es exactamente como es en esta vida presente. Recuerdo haber ido a un evento deportivo con mis hijos y otra familia grande. Todos nos divertíamos pero no todos tenían la misma experiencia. Los niños pequeños disfrutaban gateando por debajo de los asientos encontrando cosas interesantes. Los niños algo más grandes se divertían jugando unos con otros. Los chicos mayores y los adultos en realidad gozaban observando el deporte. Se dan cuenta que en la eternidad todos gozarán de Dios, pero la recompensa de cada uno se basará en su madurez espiritual. Y esta madurez espiritual está conectada íntimamente con las “obras” que hicieron mientras estuvieron en la tierra.Sabía usted que todos los creyentes estarán con el Señor para siempre, pero que no todos serán lo mismo? La madurez espiritual de la cual hablamos se manifestará en espléndida y radiante gloria. Daniel 12:3 dice: “Aquellos que son sabios brillarán como el resplandor del firmamento, y aquellos que hacen volver a muchos a la justicia, como estrellas por siempre y para siempre”. Más aún, cada uno tendrá una cierta cantidad de esta gloria. Cada uno brillará con su propio grado de resplandor, dependiendo de su grado de fidelidad y transformación. Recordando que los textos originales no estaban separados en versículos con números, leamos 1 Cor. 15:41, 42… “porque [como] una estrella difiere de otra estrella en [el grado de] gloria, así también es la resurrección de los muertos”. Lo que se gana de Cristo hoy día será revelado cuando El venga. Por la eternidad, cada uno exhibirá un grado diferente de gloria.Puede ser que estos pensamientos sean nuevos para usted y que los encuentre un tanto desconcertantes. Por lo tanto yo le quisiera instar a no simplemente reaccionar a esto emocionalmente. Escudriñe las escrituras por usted mismo. Ore acera de estas cosas. Revise estos pensamientos después que haya pasado algún tiempo. Creo que Dios le dará gracia para ver que hay más en la “salvación” de lo que hemos pensado en el pasado.Hay más en la revelación Divina en palabra de Dios que lo que se ha predicado. Verdaderamente, necesitamos esforzarnos en conocer al Señor y poner nuestra atención en las cosas espirituales, no sea que en cualquier momento nos deslicemos alejándonos de ellas. (Heb. 2:1).

QUÉ ACERCA DE LA PERFECCIÓN

Sin duda algunos preguntarán, “Qué acerca de la perfección. Es posible, entonces, que un cristiano llegue a ser perfecto? Podría ser que cuando venga Jesús, algunos no sufrirán pérdida en absoluto?” Para responder estas preguntas debemos observar cuidadosamente lo que las Escrituras tienen que decir. No podemos mirar nuestro entorno y juzgar este asunto basándonos en la condición de otros. Tampoco podemos mirarnos a nosotros mismos para decidir lo que es correcto. Nuestra respuesta debe venir de la Palabra de Dios, la cual sabemos que es verdad. Leamos 1Tesalonisences 5:23,24. “Ahora, que el mismo Dios de paz os santifique completamente; y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo sean preservados irreprensibles en la venida de nuestro Señor Jesucristo. Aquel que os llama es fiel, quien también lo hará.” Aquí Pablo está expresando un tipo de intercesión, una oración por estos cristianos a quienes ama. Y orando de esta manera, muestra que él tiene fe que así que ellos sean fieles a Dios, Dios también será fiel en llevar a cabo esta gloriosa obra dentro de ellos.Pensemos a cerca de esto de esta manera. Si la muerte, resurrección y ascensión de Jesús no fueron lo suficientemente poderosos para transformarnos completamente, entonces necesitamos pedirle que regrese y complete el trabajo. Si todo lo que El logró en la cruz fue solo suficientemente bueno para cambiarnos parcialmente, entonces debemos comenzar inmediatamente un movimiento de oración a nivel mundial y pedirle que por favor regrese y haga lo que sea necesario para terminar la obra. Negar el poder de Dios para cambiar a cualquiera y a cada ser humano completamente es negar que Su obra fue suficiente. Pero este no es el caso. Ciertamente, “Está concluido” (Jn.19:30)! Por su parte Jesús ha hecho todo lo necesario para nuestra transformación y santificación. Por nuestra parte, nosotros solo necesitamos seguir buscando Su rostro hasta el día que viene. Podemos estar confiados que “El es capaz de salvar completamente a aquellos que se acercan a Dios a través de El” (Heb. 7:25).Esta era, de hecho, la meta del apóstol Pablo. El dice: “No que ya lo haya alcanzado, o que ya sea perfecto; sino que prosigo, para que yo pueda asir aquello para lo que Cristo Jesús también me ha asido” (Fil. 3:12). Ustedes ven, Pablo había visto algo. El había visto al glorioso, Señor resucitado y estaba enfocado con cada fibra de su ser en “asir” la perfección que había visto. No solo estaba él buscando esto sino que estaba también preocupado en ayudar e instar a otros a llegar al mismo lugar también. En Colosenses 1:28, 29 leemos: “A quien predicamos advirtiendo a cada hombre y enseñando a cada hombre en toda sabiduría, para que podamos presentar a cada hombre perfecto en Cristo Jesús . Con este fin también trabajo, haciendo todo lo posible en conformidad con Su obrar que actúa poderosamente en mí”.Jesús mismo nos exhortó: “Sed pues vosotros perfectos, así como vuestro Padre que está en el cielo es perfecto” (Mt. 5:48). Esta es la medida, la perfección de Dios mismo. Mientras que hemos visto que los esfuerzos de la carne nunca llegarán y de hecho nunca pueden llegar a cumplir esta meta sublime, también hemos estado viendo que es ciertamente posible. Se logra simplemente recibiendo y viviendo mediante otra Vida. Debemos ser cuidadosos en tomar nuestro ejemplo de aquellos que nos rodean sino de Dios mismo. Pablo claramente reprende este tipo de error diciendo: “Pero ellos, midiéndose a sí mismos con ellos mismos, y comparándose entre ellos mismos, no son juiciosos” (2 Cor. 10:12). Si nuestro objetivo es nada, seguramente que eso conseguiremos: nada.Desafortunadamente es verdad que vemos muy pocos cristianos que están viviendo una vida libre de pecado y exhibiendo la Vida sobrenatural. Tristemente, la mayoría de los creyentes no están entrando y poseyendo todo lo que Dios tiene para ellos. Quizás una razón para esto es que no saben que hay esta posibilidad de ser hechos perfectos. Más allá del nuevo nacimiento, no tienen noción que haya algo más para ser ganado o perdido. Verdaderamente Dios ha dicho: “Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento” (Oseas 4:6). Ciertamente hay una gran oscuridad cubriendo la iglesia de nuestros días. Mientras que muchos piensan que son quizás la generación espiritualmente más iluminada, aún la verdad más esencial a cerca de la salvación del alma es casi completamente inexistente y / o malentendida.Seamos muy claros aquí que no estoy enseñando “perfección impecable”- el pensamiento que podamos llegar a un punto en esta vida en que no pudiésemos nunca pecar. Un factor que hace esto imposible es que todavía tenemos un cuerpo caído. Este cuerpo es un “cuerpo de pecado” (Rom.6:6). El tienen apetitos naturales, carnales. El deseo de comida, comodidad, sexo y muchas otras cosas estarán siempre con nosotros en tanto estemos en este cuerpo. Esto sólo será cambiando cuando Jesús venga. Esta es la razón por la que Pablo enseña que debemos ejercer dominio espiritual sobre nuestro cuerpo. El dice: “yo disciplino mi cuerpo y lo pongo en sujeción” (1 Cor.9:27). También leemos que él anhelaba ser libre de este cuerpo pecaminoso y recibir otro cuerpo puro, celestial (2 Cor.5:2,4). Esto es porque cuanto más llegaba a purificarse interiormente y ser lleno de la vida de Dios, tanto más se daba cuenta que este cuerpo terrenal no era un receptáculo digno para esta preciosa sustancia. El cuerpo pecaminoso llegaba a ser una carga cada vez más agobiante.Queridos hermanos y hermanas, la salvación del alma es por cierto un tema grave. Las consecuencias de lo que hemos estado discutiendo aquí son eternas. No hay tiempo que perder. No habrá una segunda oportunidad. Por lo tanto, necesitamos estar animándonos unos a otros más y más así que vemos aquel día aproximarse (Heb. 10:25). Por Su gracia y misericordia, quiera Dios que no estemos entre “aquellos que retroceden para destrucción, sino de aquellos que creen para la [completa] salvación del alma” (Heb. 10:39)

LA ESPERANZA DE GLORIA- David Dyer

LA ESPERANZA DE GLORIA

Cuál es nuestra esperanza? Como creyentes, que esaquello en lo que esperamos y por lo que esperamos?Para un cristiano, la esperanza constituye una granparte de su experiencia. Juntamente con la fe y elamor es una de las tres cosas que perduran (1 Cor.13:13). Pero qué es? En qué consiste? Estas son lascosas que estaremos considerando en este capítulo.Pablo ora que: “Los ojos de vuestro entendimiento seaniluminados para que sepáis cuál es la esperanza de Sullamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria deSu herencia en los santos” (Ef. 1:18). Esto esverdaderamente lo que necesitamos. Todos nosotrosnecesitamos más revelación sobrenatural acerca de lasmaravillosas cosas de Dios. Necesitamos que nuestros“ojos” espirituales se abran para ver. Necesitamosexaminar profundamente Su maravilloso plan. Luego conesta visión ardiendo en nosotros, darnos completamentea Él para que Sus propósitos puedan cumplirse ennosotros.Sin embargo, antes que podamos realmente conocer cuáles nuestra esperanza, podría ser necesario que noslibremos de algunas cosas que puedan estarsustituyendo lo que es genuino. Debemos librarnuestras mentes de cualquier mito, medias verdades oflagrantes mentiras que nos dan un concepto humanopero no revelación espiritual. Cualquier“entendimiento” que no es verdad, obstruirá nuestrahabilidad para recibir lo que es. Cualquier conceptoque no fluya del trono de Dios sino de las mentes delos hombres ciertamente nos impedirá ver su verdad.Cuando pensamos que ya conocemos algo, nuestras mentesse llenan y satisfacen haciendo muy difícil quenosotros recibamos algo más. Esta posición ciega ycerrada es especialmente lamentable si lo que pensamosser luz resulta ser solo tinieblas. Por lo tanto esimperativo tomar tiempo aquí en este escrito no solopara declarar lo que es verdad, sino también paraexaminar algunas ideas falsas muy comunes que toman ellugar de la revelación divina en las mentes de algunoscreyentes. Que el Señor tenga misericordia de nosotrospara revelar Su propia verdad así que examinemos estascosas juntos.Como hemos declarado muchas veces en este libro,nuestro Dios bondadosamente a ofrecido a cualquieraque lo desee la oportunidad de recibir Su propia vidaeterna. Una vez que poseemos esta Vida, estamosentonces en capacidad de crecer espiritualmente entodo lo que El es, llegando a ser hijos maduros.Entonces, siendo así cambiados, estaremos preparadospara entrar en una santa unión matrimonial con nuestroCreador. Por lo tanto, el verdadero mensaje delEvangelio es un mensaje acerca de nuestro destino. Esacerca de quiénes y qué podemos llegar a ser. Esacerca de un cambio de vida radical de algo terrenal aalgo glorioso. Sin embargo, de alguna manera,sutilmente estas maravillosas buenas noticias han sidoalteradas. El mensaje que con tanta frecuenciaescuchamos hoy ya no es más acerca de aquello que Diosquiere que seamos (nuestro destino) sino acerca de unlugar de llegada. El enfoque de nuestra atención hasido cambiado de lo que podemos “llegar a ser” a “ir aalgún lugar y obtener algo o algunas cosas”. En lugarde predicar y pensar acerca de lo que seremos cuandomuramos, muchos se enfocan en relación a “dondeiremos” o “qué obtendremos”.Para muchos cristianos estos días, su esperanza estáen un lugar llamado “cielo”. Eso quiere decir queestán anhelando un lugar de llegada, un domiciliodonde vivirán para siempre. Este lugar está quizás ensus mentes, un tipo de “Disneylandia” celestial queofrece muchas clases de entretenimientos y unavariedad de placeres físicos y terrenales. No solopiensan que tendrán bastante tranquilidad y gozo, sinoque también tendrán una gran mansión y una provisiónilimitada de oro para gastar en lo que ellos quieran.Naturalmente, Jesús estará allí en caso que lonecesitemos para algo. Algunos se imaginan que pasaránel tiempo jugando al golf. Para otros, quizás susesperanzas se cumplan corriendo tabla o navegando.Muchos creen que su pasatiempo favorito estarádisponible para asegurarse que estarán felices y noaburridos. Para resumir lo que muchos creen, “elcielo” debe ser como un tipo de “tierra de placeres”similar al “paraíso” musulmán.El problema con todo esto es que estas cosas no sonverdad. Esto es solo una idea imaginaria, constituidaa partir de unos pocos versículos bíblicos malinterpretados. Es un concepto humano y terrenal acercade la eternidad el cuál no es el mensaje deJesucristo. Siendo que eso no es verdad, no tienepoder espiritual. No tiene autoridad para impactarnuestras vidas de una manera real. No tiene influenciapara ligar los corazones de los hombres a lo que ellosesperan. Por lo tanto no puede servir como un anclapara el alma “dentro del velo” (Heb. 6:19), que lesayude a salir victoriosos en tiempos de tentación yprueba. Este mensaje de “una tierra gloriosa” essimplemente un sistema de pensamiento mundano yanímico el cual es impotente para impactar la vida dela raza humana. La predicación del mismo no puedesalvar las almas y “creer en él” no cambiará nuestrasvidas o actitudes. La razón para esto ya ha sidodeclarada: simplemente no es verdad. Solo la verdad deDios tiene verdadero poder.Piénselo. Tales comodidades materiales juntamente conla riqueza física y los placeres pueden ser obtenidospor la gente en esta tierra hoy día. Muchos en elmundo hoy viven obsesionados precisamente por estascosas. Quieren ir a “algún sitio” nuevo, diferente yemocionante. Quieren irse de vacaciones a algún lugarexótico u otro. La búsqueda de “cosas” es tambiéndesenfrenada. Nuevos y más grandes televisores, botes,autos, ropa y una variedad infinita de cosas es lo quemucha gente del mundo trata de conseguir y vive paraconseguirlo. Lugares donde ir, cosas y placeres sonlos intereses de este mundo, no del reino de Dios. Siestas cosas son el objetivo, por qué no buscarlas aquíy ahora? Si estas cosas son el plan de Dios paranosotros, entonces por qué no deberíamos por todos losmedios y poniendo todo esfuerzo, tratar de conseguirestas cosas hoy, en esta vida? De esta manera podemostener algunas de ellas ahora y aún más posteriormente.Pero los objetivos de la vida espiritual sondiferentes. No tienen nada que ver con un lugar dondepodamos ir o que podríamos obtener, pero sí tienemucho que ver con “quienes” podríamos llegar a ser.Las verdaderas metas espirituales no son las mismasque las del mundo.Recuerdo que hable a un grupo grande de creyentes enun país muy pobre hace algunos años. Tratando deaclararles acerca de la verdadera esperanza de gloria,la riqueza genuina que debiéramos buscar hoy, les dijealgo así como “si tener una casa grande, tresautomóviles en el garaje y mucho dinero para gastar esel cielo, entonces los Estados Unidos es el cielo”. Mequedé espantado al ver que toda la audiencia movía lacabeza afirmativamente mostrando estar de acuerdo.Para ellos, según el evangelio que habían recibido ycreían, los Estados Unidos era, sino el cielo, lo máscercano a él. Queridos hermanos y hermanas, este no esel verdadero mensaje del evangelio. Es solo una pobreidea humana de cómo será la eternidad.Posiblemente, decir que nuestras recompensas no seránfísicas o sensoriales pueda alarmar a algunos deustedes que leen esto. Puede ser que usted ya hayaestado “creyendo en” esta clase de cosas por muchosaños. No es mi intención ofenderlo. De modo que porfavor le insto, no cierre su mente, sino mas bienabrámonos a Dios, examinemos Su palabra sin prejuicioso conceptos preconcebidos y veamos lo que realmente esel plan eterno de Dios.

NUESTRA VERDADERA “MANSIÓN”

Para comenzar me parece necesario hablar a cerca delas mansiones celestiales que muchos creyentes esperanrecibir. En pocas palabras, no las hay. Así es, nohabrá mansiones, como nos las imaginamos, en el“cielo”. Ahora, yo se tan bien como usted, elversículo donde Jesús dice: “En la casa de mi Padrehay muchas mansiones” (Jn. 14:2). Pero esta es unatraducción muy deficiente. La palabra traducida como“mansiones” aquí debería ser “moradas” o habitaciones.Pablo el apóstol nos explica lo que realmente es esta“habitación”. Es nuestro nuevo cuerpo glorificado elcual recibiremos. 2 Corintios 5: 1-4 dice: “Porquesabemos que si nuestra casa terrenal, esta tienda,fuera destruida, tenemos de Dios un edificio, una casano hecha de manos, eterna en los cielos. Por estogemimos, deseando fervientemente ser revestidos denuestra habitación que es del cielo, si por cierto,habiendo sido vestidos, no seremos hallados desnudos.Porque nosotros que estamos en esta tienda gemimos,siendo agobiados, no porque queramos ser desnudados,sino vestidos aún más, para que la mortalidad puedaser absorbida por la vida (ZOE)”. Usted ve, nuestranueva “casa” o habitación será nuestro nuevo cuerpo.No tiene nada que ver con un edificio o casa física.No es una mansión. El “lugar” que Jesús nos estápreparando es nuestro cuerpo celestial en el quemoraremos por la eternidad. Este cuerpo glorificadoque recibiremos es la única “mansión” que obtendremos.Por favor note usted que en el versículo uno esta“casa” está “en los cielos” pero en el versículo dosvemos que cuando la recibimos no está más en el cielosino que es “del cielo”.La eternidad no tendrá “habitación” separada para cadauno. El concepto cristiano moderno de que la NuevaJerusalén esté dividida en subdivisiones oapartamentos es erróneo. Yo he escuchado aún acreyentes haciendo cálculos basados en las medidas dela ciudad para averiguar cuánto “espacio” tendrá cadauno. La Nueva Jerusalén no es un cubo que pudieradividirse en muchos compartimentos para vivir. Aúncuando la altura, la profundidad y la anchura soniguales no es un cubo. Más bien, es una montaña. Heb.12:22 dice: “sino que os habéis acercado al Monte deSión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén lacelestial,…”.En la eternidad, viviendo en la nueva tierra, no habránecesidad para un tipo de casa terrenal. Nonecesitaremos dormir, ya que no habrá nunca noche ocansancio (Ap.21:25). Por lo tanto no habrá necesidadde dormitorios. No necesitaremos cocinar comida, demodo que las cocinas no serán necesarias. Nonecesitaremos usar el cuarto de baño, consecuentementeeste lugar también será innecesario. No habránecesidad de privacidad ya que todo estará abierto yexpuesto a todos. La Nueva Jerusalén en su totalidades “diáfana como el cristal” (Ap. 21:11) allí no haynada escondido. No hay paredes interiores, barreras orincones oscuros en los cuales esconderse. No habrálugar donde “retirarse” a hacer algo que usted noquiere que otros vean. No habrá deseos de “tener algode privacidad” en relación a otros ni en relación aDios mismo. No habrá cosas que dividan, nada escondidou oscuro, no habrá grupos especiales o secretos. Siesto no le atrae quizás todavía tenga dentro de sucorazón áreas de pensamiento o deseo que no han sidotraídas a la luz de Dios. Quizás usted estánecesitando una más profunda obra de limpieza delEspíritu Santo para traer todo lo que usted es a estaluz. De esta manera y solo de esta manera, ustedestará preparado para vivir en la presencia de Diospor la eternidad.Cuando nuestro Señor venga, toda resistencia, todaoscuridad, toda indecisión de nuestra parte de tenerintimidad con El quedará completamente expuesta.Cualquier temor, cualquier rebelión, dentro denuestras almas o falta de amor por El y solamente porEl llegará a ser totalmente evidente a nosotros mismosy a todos los demás. Hoy lo vemos sólo por “espejooscuramente” (1 Cor. 13:12). En aquel día loconoceremos a El cara a cara. En la pura yresplandeciente luz de Su rostro todo se veráexactamente tal cual es. Cuando El aparezca, cualquierforma cómo nos hayamos engañado a nosotros mismos,esperando estar bien con Dios aún cuando no nossentíamos bien, se verá por lo que es. Cualquierexcusa que hayamos inventado para no buscarlo con todonuestro corazón y no hacer Su voluntad, será revelada.Todos los secretos de nuestro corazón se pondrán demanifiesto.

JESUS VIENE POR SU NOVIA

Jesús viene por Su novia. El está viniendo por aquellacon quien se desposará. Esto nos habla de granintimidad. El Cantar de los Cantares de Salomón dice:“El rey me ha hecho entrar en Sus cámaras”. Pero qué“cámara” es esta? Es Su oficina? Podría tratarse de Susalón del trono? No, es la cámara de dormir. Estafigura del lenguaje nos habla de una intimidadincomparable. Está usando lenguaje humano paradescribir nuestra futura unión espiritual con Cristo.No habrá secretos allí. No habrá nada escondido oencubierto. Recuerda usted el capítulo uno dondehablamos a cerca de la primera boda, el matrimonio deAdán y Eva? Allí en ese capítulo profético a cerca dela futura “boda”, la palabra de Dios dice que “ambosestaban desnudos y no se avergonzaban” (Gn.2:25). Quées lo que esto significa para nosotros? Se refierejustamente al tema que estamos tratando. Habla deestar completamente al “descubierto”, o sea que todoes totalmente abierto, expuesto y a la luz. Sinembargo, en este estado de “desnudez” no estabanavergonzados. Esto es porque no tenían nada queocultar. Sin embargo, cuando cayeron en pecado, estagran comodidad que experimentaban en relación a laapertura y la transparencia, se desvaneció. A causa desu pecado, ellos de pronto sintieron la necesidad decubrirse y esconderse.Qué hay de usted? Se sentirá cómodo con una intimidadtal con Dios cuando El venga? Se sentirá usted felizde saber que El conoce todo a cerca de usted, todassus acciones, actitudes y palabras? Está ustedviviendo hoy en esta clase de transparencia auténticae intimidad con El? Ha confesado todo? Ha traído todoa Su luz para que lo examine y juzgue? Está ustedviviendo diariamente en este tipo de “desnudez”espiritual con El? Si no es así, entonces usted seavergonzará en Su venida (1Jn.2: 28). Usted se sentiráavergonzado y querrá esconderse. Usted estarátremendamente atemorizado de encontrarse con El,sabiendo que todo será expuesto. Muchos cristianosinsisten que están esperando ansiosamente el díacuando Jesús venga. Dan voces, cantan y oran por Suaparición. Pero cuando el cielo se abra y El comiencea aparecer, mucha de esta misma gente comenzará abuscar un lugar para esconderse. De pronto se daráncuenta de su verdadera condición interior. Su pecado,que han estado escondiendo de ellos mismos y de otros,rápidamente llegará a ser obvio. Cualquier “jugar a laIglesia” o aparentar estar en mejor estado espiritualdel que realmente están se mostrará completamente a laluz de Su rostro. Isaías 33:14 dice: “Los pecadores enSión están atemorizados; espanto a sobrecogido a loshipócritas”. Estos serán aquellos que estarán buscandoun lugar para esconderse.No habrá montones de oro o plata en la Nueva Jerusalénesperando que los gastemos. No habrá necesidad dedinero. No habrá tiendas en las cuales gastar niproductos para comprar. No habrá ninguno tratando deusar las necesidades del otro para enriquecerse a símismo. No habrá ninguno que tenga necesidad o algunoque esté tratando de tener más que otro. De hecho notendremos necesidades en absoluto. Dios mismo serátodo lo que querremos o deseemos tener. Allí, ningunonecesitará o querrá entretenimiento, pasatiempos oplaceres sensuales. Cualquier diversión de ese tiposimplemente sería una distracción de la maravillosapresencia de Dios.No estoy diciendo que no habrá placer de ningún tipo.De hecho, estoy completamente seguro que estar conJesús será la experiencia más placentera que ningunopodría jamás imaginar. Ciertamente, en Su presenciahay “plenitud de gozo” y “a Su diestra hay deliciaspara siempre” (Sal.16:11). Es solo que estos placeresserán diferentes. Serán espirituales, no terrenales.Las cosas y alegrías de esta tierra, a las que nosaferramos tan desesperadamente, no serán nada paranosotros y aún hoy no son nada en comparación a lo queDios tiene para dar. Es nuestro privilegio hoy díatener un “goce anticipado” o una pequeña muestra deestas realidades espirituales. Aquí y ahora podemosabandonar nuestro apetito de placer terrenal, sensualy aprender como disfrutar de Dios mismo. Este disfruteno es algo diferente de lo que conoceremos en elfuturo, sino sólo una muy pequeña muestra de lo real.

NUESTRO GALARDÓN SOBREMANERA GRANDE

Ciertamente es verdad que Jesús nos enseñó a hacernostesoros en el cielo (Mt. 6:20). Y también, que“nuestra esperanza nos está guardada en los cielos”(Col.1:5). Pero hay otro hecho que debemos sercuidadosos en recordar. Jesús claramente dice quecuando El venga, estará trayendo este “galardón” conEl a la tierra. El dice: “he aquí, vengo pronto, y migalardón conmigo (Ap.22:12). Nuestro “galardón” puedeestar en el cielo ahora, pero no se quedará allí. Serátraído a la tierra a la venida de Jesucristo. Y qué eseste galardón? Ya que no será plata u oro u otra clasede riqueza terrenal, qué podría ser? Es significativoque Dios dijera a Abraham, “Yo soy tu escudo y tugalardón sobremanera grande (Gn.15:1). Usted ve, Diosmismo es nuestro galardón. El y solamente El seráAquel de quien gocemos. Nuestro galardón no es unlugar de llegada como el cielo (o aún una nuevatierra). No es riqueza como oro o plata. Es unaPersona. Es la oportunidad de entrar abierta yplenamente en Su presencia y disfrutar de todo lo queEl es. Más aún, como vimos en el capítulo 7 acerca delTribunal de Cristo, nuestra habilidad para disfrutarde este galardón, que podría entenderse como el“tamaño” de este galardón, será regido por nuestramadurez espiritual.Se siente usted decepcionado por esto? Le parece comoque está usted siendo engañado en cuanto a lo queusted ha estado deseando? Ha estado usted esperandootros muchos entretenimientos y placeres? Ha puestousted su corazón en tener una mansión en los cielos?Entonces eso es una señal que usted aún no conocerealmente a Dios como debe conocerlo. Sus ojosespirituales aún no han sido abiertos para ver.Todavía usted está atado a una comprensión humana yterrenal de la eternidad. Pero déjeme declarar estocon toda franqueza: Dios es todo! El es todo lo quejamás querremos o necesitaremos. El es el creador detodas las “cosas” que valoramos tanto. El es muchísimomás grande que nuestros pequeños “placeres” terrenalescomo para hacerlos ver en comparación ridículos einsignificantes. El es todo en todo. En Su asombrosa,intensa y gloriosa presencia no pensaremos en nada másy si lo hacemos, será solo para avergonzarnos de ello.Verdaderamente Dios mismo será nuestro galardón“sobremanera grande”.Sin duda, cuando estemos con Jesús, habrá muchas cosaspara que nosotros hagamos. Sin embargo, no serán estascosas las que nos darán satisfacción. No serán lasactividades ni los lugares los que constituiránnuestro galardón o nuestra satisfacción. No losmiraremos como una fuente de entretenimiento odiversión. Mas bien, estando completamente satisfechoscon nuestro Dios, también encontraremos gozo enservirle y colaborar con El haciendo Su voluntad en eluniverso. Estas actividades no serán la fuente denuestra felicidad sino el resultado del deleite quetengamos en nuestro Señor. Nuestra atención y nuestrosdeseos estarán plenamente enfocados en El en vez decualquier cosa que pudiéramos hacer, lugar dondepudiéramos ir o cualquier cosa que El nos pudiera dar.Nuestra relación con El, nuestro íntimo disfrute de Supersona regirá la totalidad de nuestro afecto. Ningunaotra cosa jamás se comparará o interferirá el placerde esta intimidad indescriptible.

MI HERMANA, MI ESPOSA

Quizás usted se acuerde de cómo hablamos en el primercapítulo acerca de Adán, juntamente con Dios, buscandouna compañera adecuada. Primero buscaron entre losanimales. Examinaron a cada uno, para ver si podríasatisfacer los requisitos. Ninguno era adecuado,porque ninguno de ellos era igual que Adán. Entonces,después que Dios hizo a Eva, Adán se despertó, la vioy exclamó: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carnede mi carne” (Gen.2:23). De la misma manera, nuestroSeñor Jesús está buscando una esposa. Pero ellatambién debe ser lo mismo que El es. Ella debe tambiéncomplementarlo en toda forma. Ella debe ser “hueso desus huesos” y “carne de Su carne” espiritualmentehablando. Ella debe ser de Su propia vida ynaturaleza. Para lograr este propósito, Dios puso Supropia vida a disposición del hombre. Cuando recibimosesta vida, entonces ingresamos a la familia de Dios.Llegamos as ser un nuevo tipo de criatura eterna, unhijo del Altísimo.Cuando Cristo vino a la tierra, El fue “el unigénito”Hijo de Dios (Jn.3:16). Esto quiere decir que El erael único “hijo” que Dios había producido. Sin embargomás tarde esto cambió. El Padre ha engendrado ahoramuchos más hijos. Hoy día a Jesucristo ya no se lellama más el “unigénito” sino el “primogénito entremuchos hermanos” (Rom.8:29).Muchos cristianos nuevos y aún no creyentes preguntan,“con quien se casaron los primeros hijos de Adán yEva?”. Sin duda la respuesta debe ser que ellos secasaron con una de sus propias hermanas. No habíaotras opciones disponibles. No había otras personascon las cuales formar pareja. Ya que en aquellos díasla gente vivía cientos de años. Había bastante tiempopara que Adán y Eva tuvieran muchos, muchosdescendientes. Es interesante que Jesús también secasara con Su “hermana” espiritualmente hablando. Enel Cantar de los Cantares (4:9,10,12) El llama a sunovia “hermana mía, esposa mía”. Ella tiene el mismoPadre. Ella es de la misma familia, la familia deDios. Ella participa de la misma vida eterna como El.El debe casarse con Su hermana ya que no hay otrasalternativas. No hay otros seres eternos disponiblesde los que pudiera escoger para engendrar hijos.La novia de Cristo no solo debe tener la misma“especie” de vida, sino que ella también debe poseerla misma naturaleza. Ella también debe ser santa. Ellatambién debe ser pura y sin pecado. La Escritura nosenseña que Jesús presentará a Su novia a Sí mismo,“una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arrugani cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”delante de El en amor (Ef.5:27). El perdón de Dios nosabre el camino para recibir la vida de Dios. Y la vidade Dios es la agencia a través de la cual podemos sertransformados a la naturaleza de Dios. Podemos y porcierto debemos, “llegar a ser participantes de lanaturaleza divina, habiendo huido de la corrupción quehay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2P.1:4). Esta naturaleza santa es también un requisitopara el matrimonio. Por dentro debemos ser comoCristo. Si no somos como El, cómo podremos unirnos enesta unión íntima con El? La Biblia dice, “Aquel quetiene esta esperanza dentro de sí, se purifica a símismo, así como El es puro” (1 Jn.3:3).Para que haya un matrimonio del Cordero y Su novia,ella debe tener la misma vida y la misma naturaleza.Pero todavía hay otro requisito, ella debe tener lamisma clase de cuerpo. De esto también se ha ocupadoel Señor. Un día cuando El venga por nosotros,entraremos a la gloria. Esto significa que nuestroscuerpos serán glorificados para ser como el Suyo. Porfavor ponga cuidadosa atención a este hecho. Hablandobíblicamente, “la gloria” no es un lugar. Es un estadode ser. No es un lugar al cual iremos sino unacondición a la cual seremos transformados. Loscristianos no están anticipando estar en “una tierrade gloria” o “cielo” sino a ser glorificados. Esta esnuestra esperanza. Nuestra esperanza no está en dondeiremos sino en lo que seremos transformados. Loscristianos no están anticipando estar en “una tierrade gloria” o “cielo” sino a ser glorificados. Esta esnuestra esperanza. Nuestra esperanza no está en dondeiremos sino en lo que seremos. No es una esperanza deir a “algún sitio” sino de llegar a ser algo glorioso.Colosenses 3:4 dice: “Cuando Cristo quien es nuestravida aparezca, entonces ustedes también aparecerán conEl en gloria”.Si deseamos saber cómo será este cuerpo, sólonecesitamos mirar la primera parte del libro deApocalipsis. Allí leemos cómo Jesús se ve “en gloria”,en Su estado glorificado. “Su cabeza y Sus cabelloseran blancos como blanca lana, como la nieve, y Susojos como llama de fuego; y Sus pies eran semejantesal bronce bruñido, como refinado en un horno y Su vozcomo el sonido de muchas aguas…Su rostro era como elsol brillando en su fuerza” (Ap.1:14-16) Esta figura,aterradora, flamígera, brillante es nuestro Señor engloria. Es Jesús en Su cuerpo glorificado. Esteespectáculo fue tan intenso que nuestro hermano Juan“cayó a Sus pies como muerto” cuando lo vio (Ap.1:17).Esto, hermanos y hermanas, es verdadera gloria! Estatambién es nuestra esperanza, que seremos glorificadospara ser como El. 1 Juan 3:2 dice: “cuando El semanifieste, seremos semejantes a El, porque le veremoscomo El es”. Nuestro cuerpo será cambiado “en uninstante, en un abrir y cerrar de ojos” (1 Cor. 15:52)para ser exactamente como El es. La Escritura nosenseña que “aquellos que son sabios brillarán como elresplandor del firmamento, y aquellos que hacen volvera muchos a la justicia, como las estrellas a perpetuaeternidad” (Dn, 12:3).Es interesante que este nuevo cuerpo está “enconstrucción” ahora mismo. El está “preparando” estelugar para nosotros. Posiblemente esto estérelacionado con nuestro crecimiento espiritual. Esprobable que cuanto más maduremos espiritualmente,tanto más glorioso llegue a ser nuestro cuerpoespiritual. Entonces cuando Jesús aparezca, nuestronuevo cuerpo glorificado aparecerá en exacta armoníacon lo que somos interiormente.

LA ESPERANZA DE GLORIA

Esta, queridos amigos, es nuestra esperanza. Es laesperanza de gloria. No es la esperanza de llegar aalgún lugar sino de nuestro destino. No es unaesperanza de donde podríamos ir o que podríamosobtener, sino de llegar a ser todo lo que Cristo es.Cómo necesitamos una revelación de esta verdad!. Cómonecesitamos “contemplar Su gloria” (Jn.1:14) como lohicieron los primeros discípulos. Sin una revelaciónde la gloria de Jesús, no tenemos esperanza. Si sólopensamos en recompensas físicas tales como lugares ocosas, estamos desprovistos de una relación auténticaque cambie nuestras vidas. Pero una vez que veamos lagloria de Dios, una vez que veamos lo que significaser glorificado, una vez que vislumbremos la gloriadel siglo venidero, entonces ciertamente desecharemostodo “peso y el pecado que tan fácilmente nos enreda”(Heb.12:1). Cuando hemos visto “la gloria” ya nada másimporta. Cuando vemos lo que realmente se nos estáofreciendo todo lo demás palidece en comparación.La esperanza bíblica es “la esperanza de gloria”. Nos“regocijamos en la esperanza de la gloria de Dios”(Rom. 5:2). Esta esperanza es resultado de larevelación. Cuando Dios nos revela Su gloria, entoncesy sólo entonces sabremos qué es lo que nos espera ydebemos anhelar. Es entonces que nos damos cuenta cuáles “la esperanza de nuestro llamado”(Ef. 1:18). Es entonces que tenemos entendimientoespiritual. Esta revelación de la gloria de Dios queva a ser nuestra herencia por cierto sirve como un“ancla” para nuestras almas.Es una revelación que cautiva nuestras mentes ycorazones de modo que ninguna otra cosa podría jamásparecer mejor. Cualquier costo que tuviéramos quepagar para lograr este objetivo, bien vale la pena.Pablo dice que él “considera que los sufrimientos deltiempo presente son nada comparados con la gloria queserá revelada en nosotros” (Rom.8:18).En el anterior capítulo hablamos de quien realmente esJesucristo. El es el Hijo encarnado. El es la imagendel Dios invisible. El es el instrumento a través delcual el padre se revela a Sí mismo al universo, el“resplandor de Su gloria y la imagen expresa de Supersona” (Heb.1:3). Pero aquí en la Palabra de Diosleemos acerca de una esperanza aún más increíble ygloriosa. La Biblia dice que podemos ser cambiados aesta misma imagen. 2 Corintios 3:18 dice: “Pero todosa cara descubierta, contemplando y reflejando como enun espejo la gloria del Señor estamos siendo cambiadosa la misma imagen, de gloria en gloria, aún como porel Espíritu del Señor”. Qué increíble! Cuáninimaginablemente maravilloso! Nosotros, pequeños einsignificantes seres humanos, podemos sertransformados a la “misma imagen”, la imagen del Diosinvisible. Nosotros no solo podemos contemplar Sugloria hoy, sino que a través de este contemplarpodemos ser cambiados en aquello que vemos de un gradode gloria a otro grado de gloria podemos sertransformados en lo que El es. Esto es realmenteesperanza. Esto es algo en lo cual podemos establecerfirmemente nuestra esperanza. Esto es algo que valemás que nada en el universo. Esto es algo que valetodo el esfuerzo que hagamos para obtenerlo. Es algopor lo que vale la pena renunciar a cualquier cosa,negarnos cualquier cosa, algo por lo que vale la penaaún renunciar a nuestras propias vidas para obtenerlo.Esto es todo un contraste con las pobres y mezquinasideas humanas acerca de lo que será la “tierra degloria” o los deseos de placeres terrenales.En Juan 17:21,22 tenemos una referencia de Jesúsorando al Padre. El no está orando por Sí mismo sinopor nosotros. Esta oración es de lo más increíble. Eldeclara que “la gloria que me diste, yo les he dado”.Y con qué propósito nos está dando Su propia gloria?Es para que “seamos uno; como tu, oh Padre, en Mí, yyo en Tí, que también ellos sean uno en Nosotros”. Pormuchos años creí que Jesús oraba por la unidad entrelos cristianos. Hoy tengo un punto de vista muydiferente. Ahora veo que El está orando para quenosotros participemos en la unión que El tiene con SuPadre. El deseo de Su corazón es que nosotroslleguemos a ser “uno” con El tal como El es uno con Supadre. El está pidiendo que se de una unión espiritualy gloriosa entre El mismo y aquellos que lo aman ysiguen. Esta unión, esta intimidad es tan increíbletan grande que es difícil imaginar que pudiera serverdad, El está abriendo el camino para queparticipemos en la unión y comunión que El tiene conel Padre. El Padre en El y El en nosotros, para queesta santa e increíble unidad entre el Padre, el Hijo,y la novia pueda ser hecha perfecta.

TODO LO QUE EL ES

Dios es infinito. El es eterno. Su creatividad esilimitada. Su poder no tiene limites. Su hermosura esinsuperable y Su gloria asombrosamente brillante.Nuestro Rey es totalmente afable, generoso, amante,justo y bueno. El es Aquel que ha hecho todo lo queexiste y aún hará todo de nuevo de una manera nueva.(Ap. 21:5). No hay otro ser en el universo que sepueda comparar con siquiera la más pequeña fracción detodo lo que El es. La palabra de Dios nos enseña todasestas cosas. Sin embargo, en la Biblia también podemosdescubrir lo que se llama “buenas noticias”. Es unhecho tan bueno que es casi increíble, sin embargo esverdad. Y es que Dios no está guardando todo esto paraSí mismo. El tiene un deseo en lo profundo de Sucorazón de compartir todo esto con los hombres. El hainvitado a aquellos que tienen la disposición desometerse completamente a El, a venir y participar detodo lo que El es. El plan de Dios es que nosotros,simples seres humanos, podamos entrar y participar detoda la gloria divina, naturaleza y autoridad. Podemosaún sentarnos con El en Su trono (Ap. 3:21). Esto noes decir que sólo podemos sentarnos un poco en suregazo. Esto significa participar en el gobierno deluniverso con Dios. Tal como una novia, después decasarse, puede participar de todo con su esposo, asítambién nosotros estamos invitados a participar detodo lo que Dios tiene y es. Una esposa comparte elhogar de su esposo. Tiene acceso a sus recursosfinancieros. Participa de su posición social. En unmatrimonio correctamente establecido, porque ella estásometida a el, ella tiene acceso no solo a todo lo queel tiene sino también a todo lo que el es. Asítambién, nosotros hemos sido llamados a ser la noviade Cristo. Dios en Su gracia nos está abriendo elcamino para llegar a ser participantes con El de Sugloria y reino.Oh, cómo necesitamos visión espiritual! Cómonecesitamos que nuestros “ojos” se abran para ver loque puede ser nuestro futuro! Necesitamos ver la meta.Necesitamos desesperadamente entender que es aquelloen lo cual estamos esforzándonos por entrar. Pablo,orando por los cristianos de su día pide que: “el Diosde nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os deespíritu de sabiduría y de revelación en elconocimiento de El, siendo iluminados los ojos devuestro entendimiento, para que conozcáis cuál es laesperanza de Su llamado, cuales son las riquezas de lagloria de Su herencia en los santos” (Ef.1:17, 18).Qué riquezas! Qué gloria puede ser nuestra herencia!Si solamente pudiéramos ver tan solo una pequeña partede esta realidad espiritual, abandonaríamos todo lodemás y correríamos sin impedimentos tras El.Hermanos y hermanas, podemos ser la novia de Cristo!Podemos ser transformados para ser como El de modo quepodamos entrar en una unión matrimonial con El. De ungrado de gloria a otro grado de gloria tenemos laposibilidad incomparable de entrar y tomar posesión deesta buena tierra. Podemos llegar a ser “hueso de Suhueso” y “carne de Su carne”, espíritu de Su espíritu,vida de Su Vida, naturaleza de Su naturaleza divina.Podemos y llegaremos a ser tal como El es. “Perosabemos que cuando el sea revelado, seremos como ElPorque le veremos como El es. Y todo aquel que tieneesta esperanza en El se purifica a sí mismo, como Eles puro” (1 Jn.3:2,3).Qué hay de usted? Está teniendo un goce anticipado deesta experiencia hoy? Su enfoque y deleite está enJesús o está usted buscando satisfacción en placeres yexperiencias terrenales? Su corazón, su alma, su mentey su fuerza están dedicados totalmente a vivir enintimidad amorosa con Jesús? Quizás sería bueno quetodos nosotros nos detengamos un momento aquí ycontemplemos estas cosas. Como hemos estado viendo,nuestra relación con nuestro Dios es el factor másimportante en nuestras vidas. Nuestra relación de amorcon El es lo que nos llevará a toda la madurezespiritual que necesitamos para obtener todas las“recompensas” espirituales que vendrán. Comparado conesto, todo lo demás es solo una sombra vacía. Hoy esel día para arrepentirnos sino estamos viviendocompletamente para El. Hoy es el tiempo de oír Su vozy volver a nuestro primer amor. Después que Jesúsvenga, no habrá otra ocasión. No habrá una segundaoportunidad. Dios nos está llamando, está extendiendoSu misericordia y gracia hoy a cualquiera y a todoaquel que responda. Ninguno es demasiado débil.Ninguno es incapaz. Su poder está disponible acualquiera y todo aquel que está dispuesto a oír Suvoz y entregarse completamente a El. Hoy es el día desalvación. La invitación ha sido dada. “El espíritu yla esposa dicen ‘Ven!’ Y el que oiga diga, ‘Ven!’ Y elque tenga sed, venga. Y el que quiera, que beba delagua de la vida gratuitamente” (Ap.22:17). Esta es lamaravillosa oferta de Dios. Si la descuidamos, seremoslos más insensatos de todos los hombres. En la NuevaJerusalén, no hay necesidad de ninguna luz. El Diosinvisible está allí iluminándolo todo con Su gloria.Esta luz está siendo sostenida y exhibida por la“lámpara” que es el Cordero de Dios (Ap. 21:23). LaSanta Ciudad entonces funciona como una granexhibición del carácter de Dios y Sus obras, a travésde las cuales esta luz irradia. Todos los creyentestransformados simbolizados por las muchas piedraspreciosas que componen el “muro” de la ciudad, sehabrán convertido en un tipo de exhibición ante eluniverso. El multifacético carácter de Dios se verá através de la personalidad de cada uno. Lasmaravillosas obras de Dios que El ha hecho en lasvidas de todos “los justos hechos perfectos” (Heb.12:23) estarán disponibles para que cualquiera lasvea. El inimaginable amor, misericordia y gracia deDios se exhibirá. La Biblia nos enseña que “la mujeres la gloria del hombre”, o sea de su esposo (1 Cor.11:7). Por lo tanto, esta gloriosa “mujer”, la esposade Cristo, servirá como una expresión amplia ycelestial de todo lo que Cristo es y ha sido paraaquellos que son parte de ella. Por cierto, “El vendrápara ser glorificado en Sus santos, y admirado entodos aquellos que creen” (2 Tes. 1:10) un día habráuna boda gloriosa y celestial. Estará usted allí?Estará usted preparado para tomar parte en ella? Lossabios de corazón se prepararán. Pagarán cualquierprecio que sea necesario para estar en ella. Estaránallí cuando la “voz de una gran multitud, como elestruendo de muchas aguas y como el sonido depoderosos truenos” anuncie “porque han llegado lasBodas del Cordero, y Su esposa se ha preparado (Ap.19:6,7).

Irmãos em Cristo Jesus.

Irmãos em Cristo Jesus.
Mt 5:14 "Vós sois a luz do mundo"