sexta-feira, 7 de março de 2008

LA ESPERANZA DE GLORIA- David Dyer

LA ESPERANZA DE GLORIA

Cuál es nuestra esperanza? Como creyentes, que esaquello en lo que esperamos y por lo que esperamos?Para un cristiano, la esperanza constituye una granparte de su experiencia. Juntamente con la fe y elamor es una de las tres cosas que perduran (1 Cor.13:13). Pero qué es? En qué consiste? Estas son lascosas que estaremos considerando en este capítulo.Pablo ora que: “Los ojos de vuestro entendimiento seaniluminados para que sepáis cuál es la esperanza de Sullamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria deSu herencia en los santos” (Ef. 1:18). Esto esverdaderamente lo que necesitamos. Todos nosotrosnecesitamos más revelación sobrenatural acerca de lasmaravillosas cosas de Dios. Necesitamos que nuestros“ojos” espirituales se abran para ver. Necesitamosexaminar profundamente Su maravilloso plan. Luego conesta visión ardiendo en nosotros, darnos completamentea Él para que Sus propósitos puedan cumplirse ennosotros.Sin embargo, antes que podamos realmente conocer cuáles nuestra esperanza, podría ser necesario que noslibremos de algunas cosas que puedan estarsustituyendo lo que es genuino. Debemos librarnuestras mentes de cualquier mito, medias verdades oflagrantes mentiras que nos dan un concepto humanopero no revelación espiritual. Cualquier“entendimiento” que no es verdad, obstruirá nuestrahabilidad para recibir lo que es. Cualquier conceptoque no fluya del trono de Dios sino de las mentes delos hombres ciertamente nos impedirá ver su verdad.Cuando pensamos que ya conocemos algo, nuestras mentesse llenan y satisfacen haciendo muy difícil quenosotros recibamos algo más. Esta posición ciega ycerrada es especialmente lamentable si lo que pensamosser luz resulta ser solo tinieblas. Por lo tanto esimperativo tomar tiempo aquí en este escrito no solopara declarar lo que es verdad, sino también paraexaminar algunas ideas falsas muy comunes que toman ellugar de la revelación divina en las mentes de algunoscreyentes. Que el Señor tenga misericordia de nosotrospara revelar Su propia verdad así que examinemos estascosas juntos.Como hemos declarado muchas veces en este libro,nuestro Dios bondadosamente a ofrecido a cualquieraque lo desee la oportunidad de recibir Su propia vidaeterna. Una vez que poseemos esta Vida, estamosentonces en capacidad de crecer espiritualmente entodo lo que El es, llegando a ser hijos maduros.Entonces, siendo así cambiados, estaremos preparadospara entrar en una santa unión matrimonial con nuestroCreador. Por lo tanto, el verdadero mensaje delEvangelio es un mensaje acerca de nuestro destino. Esacerca de quiénes y qué podemos llegar a ser. Esacerca de un cambio de vida radical de algo terrenal aalgo glorioso. Sin embargo, de alguna manera,sutilmente estas maravillosas buenas noticias han sidoalteradas. El mensaje que con tanta frecuenciaescuchamos hoy ya no es más acerca de aquello que Diosquiere que seamos (nuestro destino) sino acerca de unlugar de llegada. El enfoque de nuestra atención hasido cambiado de lo que podemos “llegar a ser” a “ir aalgún lugar y obtener algo o algunas cosas”. En lugarde predicar y pensar acerca de lo que seremos cuandomuramos, muchos se enfocan en relación a “dondeiremos” o “qué obtendremos”.Para muchos cristianos estos días, su esperanza estáen un lugar llamado “cielo”. Eso quiere decir queestán anhelando un lugar de llegada, un domiciliodonde vivirán para siempre. Este lugar está quizás ensus mentes, un tipo de “Disneylandia” celestial queofrece muchas clases de entretenimientos y unavariedad de placeres físicos y terrenales. No solopiensan que tendrán bastante tranquilidad y gozo, sinoque también tendrán una gran mansión y una provisiónilimitada de oro para gastar en lo que ellos quieran.Naturalmente, Jesús estará allí en caso que lonecesitemos para algo. Algunos se imaginan que pasaránel tiempo jugando al golf. Para otros, quizás susesperanzas se cumplan corriendo tabla o navegando.Muchos creen que su pasatiempo favorito estarádisponible para asegurarse que estarán felices y noaburridos. Para resumir lo que muchos creen, “elcielo” debe ser como un tipo de “tierra de placeres”similar al “paraíso” musulmán.El problema con todo esto es que estas cosas no sonverdad. Esto es solo una idea imaginaria, constituidaa partir de unos pocos versículos bíblicos malinterpretados. Es un concepto humano y terrenal acercade la eternidad el cuál no es el mensaje deJesucristo. Siendo que eso no es verdad, no tienepoder espiritual. No tiene autoridad para impactarnuestras vidas de una manera real. No tiene influenciapara ligar los corazones de los hombres a lo que ellosesperan. Por lo tanto no puede servir como un anclapara el alma “dentro del velo” (Heb. 6:19), que lesayude a salir victoriosos en tiempos de tentación yprueba. Este mensaje de “una tierra gloriosa” essimplemente un sistema de pensamiento mundano yanímico el cual es impotente para impactar la vida dela raza humana. La predicación del mismo no puedesalvar las almas y “creer en él” no cambiará nuestrasvidas o actitudes. La razón para esto ya ha sidodeclarada: simplemente no es verdad. Solo la verdad deDios tiene verdadero poder.Piénselo. Tales comodidades materiales juntamente conla riqueza física y los placeres pueden ser obtenidospor la gente en esta tierra hoy día. Muchos en elmundo hoy viven obsesionados precisamente por estascosas. Quieren ir a “algún sitio” nuevo, diferente yemocionante. Quieren irse de vacaciones a algún lugarexótico u otro. La búsqueda de “cosas” es tambiéndesenfrenada. Nuevos y más grandes televisores, botes,autos, ropa y una variedad infinita de cosas es lo quemucha gente del mundo trata de conseguir y vive paraconseguirlo. Lugares donde ir, cosas y placeres sonlos intereses de este mundo, no del reino de Dios. Siestas cosas son el objetivo, por qué no buscarlas aquíy ahora? Si estas cosas son el plan de Dios paranosotros, entonces por qué no deberíamos por todos losmedios y poniendo todo esfuerzo, tratar de conseguirestas cosas hoy, en esta vida? De esta manera podemostener algunas de ellas ahora y aún más posteriormente.Pero los objetivos de la vida espiritual sondiferentes. No tienen nada que ver con un lugar dondepodamos ir o que podríamos obtener, pero sí tienemucho que ver con “quienes” podríamos llegar a ser.Las verdaderas metas espirituales no son las mismasque las del mundo.Recuerdo que hable a un grupo grande de creyentes enun país muy pobre hace algunos años. Tratando deaclararles acerca de la verdadera esperanza de gloria,la riqueza genuina que debiéramos buscar hoy, les dijealgo así como “si tener una casa grande, tresautomóviles en el garaje y mucho dinero para gastar esel cielo, entonces los Estados Unidos es el cielo”. Mequedé espantado al ver que toda la audiencia movía lacabeza afirmativamente mostrando estar de acuerdo.Para ellos, según el evangelio que habían recibido ycreían, los Estados Unidos era, sino el cielo, lo máscercano a él. Queridos hermanos y hermanas, este no esel verdadero mensaje del evangelio. Es solo una pobreidea humana de cómo será la eternidad.Posiblemente, decir que nuestras recompensas no seránfísicas o sensoriales pueda alarmar a algunos deustedes que leen esto. Puede ser que usted ya hayaestado “creyendo en” esta clase de cosas por muchosaños. No es mi intención ofenderlo. De modo que porfavor le insto, no cierre su mente, sino mas bienabrámonos a Dios, examinemos Su palabra sin prejuicioso conceptos preconcebidos y veamos lo que realmente esel plan eterno de Dios.

NUESTRA VERDADERA “MANSIÓN”

Para comenzar me parece necesario hablar a cerca delas mansiones celestiales que muchos creyentes esperanrecibir. En pocas palabras, no las hay. Así es, nohabrá mansiones, como nos las imaginamos, en el“cielo”. Ahora, yo se tan bien como usted, elversículo donde Jesús dice: “En la casa de mi Padrehay muchas mansiones” (Jn. 14:2). Pero esta es unatraducción muy deficiente. La palabra traducida como“mansiones” aquí debería ser “moradas” o habitaciones.Pablo el apóstol nos explica lo que realmente es esta“habitación”. Es nuestro nuevo cuerpo glorificado elcual recibiremos. 2 Corintios 5: 1-4 dice: “Porquesabemos que si nuestra casa terrenal, esta tienda,fuera destruida, tenemos de Dios un edificio, una casano hecha de manos, eterna en los cielos. Por estogemimos, deseando fervientemente ser revestidos denuestra habitación que es del cielo, si por cierto,habiendo sido vestidos, no seremos hallados desnudos.Porque nosotros que estamos en esta tienda gemimos,siendo agobiados, no porque queramos ser desnudados,sino vestidos aún más, para que la mortalidad puedaser absorbida por la vida (ZOE)”. Usted ve, nuestranueva “casa” o habitación será nuestro nuevo cuerpo.No tiene nada que ver con un edificio o casa física.No es una mansión. El “lugar” que Jesús nos estápreparando es nuestro cuerpo celestial en el quemoraremos por la eternidad. Este cuerpo glorificadoque recibiremos es la única “mansión” que obtendremos.Por favor note usted que en el versículo uno esta“casa” está “en los cielos” pero en el versículo dosvemos que cuando la recibimos no está más en el cielosino que es “del cielo”.La eternidad no tendrá “habitación” separada para cadauno. El concepto cristiano moderno de que la NuevaJerusalén esté dividida en subdivisiones oapartamentos es erróneo. Yo he escuchado aún acreyentes haciendo cálculos basados en las medidas dela ciudad para averiguar cuánto “espacio” tendrá cadauno. La Nueva Jerusalén no es un cubo que pudieradividirse en muchos compartimentos para vivir. Aúncuando la altura, la profundidad y la anchura soniguales no es un cubo. Más bien, es una montaña. Heb.12:22 dice: “sino que os habéis acercado al Monte deSión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén lacelestial,…”.En la eternidad, viviendo en la nueva tierra, no habránecesidad para un tipo de casa terrenal. Nonecesitaremos dormir, ya que no habrá nunca noche ocansancio (Ap.21:25). Por lo tanto no habrá necesidadde dormitorios. No necesitaremos cocinar comida, demodo que las cocinas no serán necesarias. Nonecesitaremos usar el cuarto de baño, consecuentementeeste lugar también será innecesario. No habránecesidad de privacidad ya que todo estará abierto yexpuesto a todos. La Nueva Jerusalén en su totalidades “diáfana como el cristal” (Ap. 21:11) allí no haynada escondido. No hay paredes interiores, barreras orincones oscuros en los cuales esconderse. No habrálugar donde “retirarse” a hacer algo que usted noquiere que otros vean. No habrá deseos de “tener algode privacidad” en relación a otros ni en relación aDios mismo. No habrá cosas que dividan, nada escondidou oscuro, no habrá grupos especiales o secretos. Siesto no le atrae quizás todavía tenga dentro de sucorazón áreas de pensamiento o deseo que no han sidotraídas a la luz de Dios. Quizás usted estánecesitando una más profunda obra de limpieza delEspíritu Santo para traer todo lo que usted es a estaluz. De esta manera y solo de esta manera, ustedestará preparado para vivir en la presencia de Diospor la eternidad.Cuando nuestro Señor venga, toda resistencia, todaoscuridad, toda indecisión de nuestra parte de tenerintimidad con El quedará completamente expuesta.Cualquier temor, cualquier rebelión, dentro denuestras almas o falta de amor por El y solamente porEl llegará a ser totalmente evidente a nosotros mismosy a todos los demás. Hoy lo vemos sólo por “espejooscuramente” (1 Cor. 13:12). En aquel día loconoceremos a El cara a cara. En la pura yresplandeciente luz de Su rostro todo se veráexactamente tal cual es. Cuando El aparezca, cualquierforma cómo nos hayamos engañado a nosotros mismos,esperando estar bien con Dios aún cuando no nossentíamos bien, se verá por lo que es. Cualquierexcusa que hayamos inventado para no buscarlo con todonuestro corazón y no hacer Su voluntad, será revelada.Todos los secretos de nuestro corazón se pondrán demanifiesto.

JESUS VIENE POR SU NOVIA

Jesús viene por Su novia. El está viniendo por aquellacon quien se desposará. Esto nos habla de granintimidad. El Cantar de los Cantares de Salomón dice:“El rey me ha hecho entrar en Sus cámaras”. Pero qué“cámara” es esta? Es Su oficina? Podría tratarse de Susalón del trono? No, es la cámara de dormir. Estafigura del lenguaje nos habla de una intimidadincomparable. Está usando lenguaje humano paradescribir nuestra futura unión espiritual con Cristo.No habrá secretos allí. No habrá nada escondido oencubierto. Recuerda usted el capítulo uno dondehablamos a cerca de la primera boda, el matrimonio deAdán y Eva? Allí en ese capítulo profético a cerca dela futura “boda”, la palabra de Dios dice que “ambosestaban desnudos y no se avergonzaban” (Gn.2:25). Quées lo que esto significa para nosotros? Se refierejustamente al tema que estamos tratando. Habla deestar completamente al “descubierto”, o sea que todoes totalmente abierto, expuesto y a la luz. Sinembargo, en este estado de “desnudez” no estabanavergonzados. Esto es porque no tenían nada queocultar. Sin embargo, cuando cayeron en pecado, estagran comodidad que experimentaban en relación a laapertura y la transparencia, se desvaneció. A causa desu pecado, ellos de pronto sintieron la necesidad decubrirse y esconderse.Qué hay de usted? Se sentirá cómodo con una intimidadtal con Dios cuando El venga? Se sentirá usted felizde saber que El conoce todo a cerca de usted, todassus acciones, actitudes y palabras? Está ustedviviendo hoy en esta clase de transparencia auténticae intimidad con El? Ha confesado todo? Ha traído todoa Su luz para que lo examine y juzgue? Está ustedviviendo diariamente en este tipo de “desnudez”espiritual con El? Si no es así, entonces usted seavergonzará en Su venida (1Jn.2: 28). Usted se sentiráavergonzado y querrá esconderse. Usted estarátremendamente atemorizado de encontrarse con El,sabiendo que todo será expuesto. Muchos cristianosinsisten que están esperando ansiosamente el díacuando Jesús venga. Dan voces, cantan y oran por Suaparición. Pero cuando el cielo se abra y El comiencea aparecer, mucha de esta misma gente comenzará abuscar un lugar para esconderse. De pronto se daráncuenta de su verdadera condición interior. Su pecado,que han estado escondiendo de ellos mismos y de otros,rápidamente llegará a ser obvio. Cualquier “jugar a laIglesia” o aparentar estar en mejor estado espiritualdel que realmente están se mostrará completamente a laluz de Su rostro. Isaías 33:14 dice: “Los pecadores enSión están atemorizados; espanto a sobrecogido a loshipócritas”. Estos serán aquellos que estarán buscandoun lugar para esconderse.No habrá montones de oro o plata en la Nueva Jerusalénesperando que los gastemos. No habrá necesidad dedinero. No habrá tiendas en las cuales gastar niproductos para comprar. No habrá ninguno tratando deusar las necesidades del otro para enriquecerse a símismo. No habrá ninguno que tenga necesidad o algunoque esté tratando de tener más que otro. De hecho notendremos necesidades en absoluto. Dios mismo serátodo lo que querremos o deseemos tener. Allí, ningunonecesitará o querrá entretenimiento, pasatiempos oplaceres sensuales. Cualquier diversión de ese tiposimplemente sería una distracción de la maravillosapresencia de Dios.No estoy diciendo que no habrá placer de ningún tipo.De hecho, estoy completamente seguro que estar conJesús será la experiencia más placentera que ningunopodría jamás imaginar. Ciertamente, en Su presenciahay “plenitud de gozo” y “a Su diestra hay deliciaspara siempre” (Sal.16:11). Es solo que estos placeresserán diferentes. Serán espirituales, no terrenales.Las cosas y alegrías de esta tierra, a las que nosaferramos tan desesperadamente, no serán nada paranosotros y aún hoy no son nada en comparación a lo queDios tiene para dar. Es nuestro privilegio hoy díatener un “goce anticipado” o una pequeña muestra deestas realidades espirituales. Aquí y ahora podemosabandonar nuestro apetito de placer terrenal, sensualy aprender como disfrutar de Dios mismo. Este disfruteno es algo diferente de lo que conoceremos en elfuturo, sino sólo una muy pequeña muestra de lo real.

NUESTRO GALARDÓN SOBREMANERA GRANDE

Ciertamente es verdad que Jesús nos enseñó a hacernostesoros en el cielo (Mt. 6:20). Y también, que“nuestra esperanza nos está guardada en los cielos”(Col.1:5). Pero hay otro hecho que debemos sercuidadosos en recordar. Jesús claramente dice quecuando El venga, estará trayendo este “galardón” conEl a la tierra. El dice: “he aquí, vengo pronto, y migalardón conmigo (Ap.22:12). Nuestro “galardón” puedeestar en el cielo ahora, pero no se quedará allí. Serátraído a la tierra a la venida de Jesucristo. Y qué eseste galardón? Ya que no será plata u oro u otra clasede riqueza terrenal, qué podría ser? Es significativoque Dios dijera a Abraham, “Yo soy tu escudo y tugalardón sobremanera grande (Gn.15:1). Usted ve, Diosmismo es nuestro galardón. El y solamente El seráAquel de quien gocemos. Nuestro galardón no es unlugar de llegada como el cielo (o aún una nuevatierra). No es riqueza como oro o plata. Es unaPersona. Es la oportunidad de entrar abierta yplenamente en Su presencia y disfrutar de todo lo queEl es. Más aún, como vimos en el capítulo 7 acerca delTribunal de Cristo, nuestra habilidad para disfrutarde este galardón, que podría entenderse como el“tamaño” de este galardón, será regido por nuestramadurez espiritual.Se siente usted decepcionado por esto? Le parece comoque está usted siendo engañado en cuanto a lo queusted ha estado deseando? Ha estado usted esperandootros muchos entretenimientos y placeres? Ha puestousted su corazón en tener una mansión en los cielos?Entonces eso es una señal que usted aún no conocerealmente a Dios como debe conocerlo. Sus ojosespirituales aún no han sido abiertos para ver.Todavía usted está atado a una comprensión humana yterrenal de la eternidad. Pero déjeme declarar estocon toda franqueza: Dios es todo! El es todo lo quejamás querremos o necesitaremos. El es el creador detodas las “cosas” que valoramos tanto. El es muchísimomás grande que nuestros pequeños “placeres” terrenalescomo para hacerlos ver en comparación ridículos einsignificantes. El es todo en todo. En Su asombrosa,intensa y gloriosa presencia no pensaremos en nada másy si lo hacemos, será solo para avergonzarnos de ello.Verdaderamente Dios mismo será nuestro galardón“sobremanera grande”.Sin duda, cuando estemos con Jesús, habrá muchas cosaspara que nosotros hagamos. Sin embargo, no serán estascosas las que nos darán satisfacción. No serán lasactividades ni los lugares los que constituiránnuestro galardón o nuestra satisfacción. No losmiraremos como una fuente de entretenimiento odiversión. Mas bien, estando completamente satisfechoscon nuestro Dios, también encontraremos gozo enservirle y colaborar con El haciendo Su voluntad en eluniverso. Estas actividades no serán la fuente denuestra felicidad sino el resultado del deleite quetengamos en nuestro Señor. Nuestra atención y nuestrosdeseos estarán plenamente enfocados en El en vez decualquier cosa que pudiéramos hacer, lugar dondepudiéramos ir o cualquier cosa que El nos pudiera dar.Nuestra relación con El, nuestro íntimo disfrute de Supersona regirá la totalidad de nuestro afecto. Ningunaotra cosa jamás se comparará o interferirá el placerde esta intimidad indescriptible.

MI HERMANA, MI ESPOSA

Quizás usted se acuerde de cómo hablamos en el primercapítulo acerca de Adán, juntamente con Dios, buscandouna compañera adecuada. Primero buscaron entre losanimales. Examinaron a cada uno, para ver si podríasatisfacer los requisitos. Ninguno era adecuado,porque ninguno de ellos era igual que Adán. Entonces,después que Dios hizo a Eva, Adán se despertó, la vioy exclamó: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carnede mi carne” (Gen.2:23). De la misma manera, nuestroSeñor Jesús está buscando una esposa. Pero ellatambién debe ser lo mismo que El es. Ella debe tambiéncomplementarlo en toda forma. Ella debe ser “hueso desus huesos” y “carne de Su carne” espiritualmentehablando. Ella debe ser de Su propia vida ynaturaleza. Para lograr este propósito, Dios puso Supropia vida a disposición del hombre. Cuando recibimosesta vida, entonces ingresamos a la familia de Dios.Llegamos as ser un nuevo tipo de criatura eterna, unhijo del Altísimo.Cuando Cristo vino a la tierra, El fue “el unigénito”Hijo de Dios (Jn.3:16). Esto quiere decir que El erael único “hijo” que Dios había producido. Sin embargomás tarde esto cambió. El Padre ha engendrado ahoramuchos más hijos. Hoy día a Jesucristo ya no se lellama más el “unigénito” sino el “primogénito entremuchos hermanos” (Rom.8:29).Muchos cristianos nuevos y aún no creyentes preguntan,“con quien se casaron los primeros hijos de Adán yEva?”. Sin duda la respuesta debe ser que ellos secasaron con una de sus propias hermanas. No habíaotras opciones disponibles. No había otras personascon las cuales formar pareja. Ya que en aquellos díasla gente vivía cientos de años. Había bastante tiempopara que Adán y Eva tuvieran muchos, muchosdescendientes. Es interesante que Jesús también secasara con Su “hermana” espiritualmente hablando. Enel Cantar de los Cantares (4:9,10,12) El llama a sunovia “hermana mía, esposa mía”. Ella tiene el mismoPadre. Ella es de la misma familia, la familia deDios. Ella participa de la misma vida eterna como El.El debe casarse con Su hermana ya que no hay otrasalternativas. No hay otros seres eternos disponiblesde los que pudiera escoger para engendrar hijos.La novia de Cristo no solo debe tener la misma“especie” de vida, sino que ella también debe poseerla misma naturaleza. Ella también debe ser santa. Ellatambién debe ser pura y sin pecado. La Escritura nosenseña que Jesús presentará a Su novia a Sí mismo,“una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arrugani cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”delante de El en amor (Ef.5:27). El perdón de Dios nosabre el camino para recibir la vida de Dios. Y la vidade Dios es la agencia a través de la cual podemos sertransformados a la naturaleza de Dios. Podemos y porcierto debemos, “llegar a ser participantes de lanaturaleza divina, habiendo huido de la corrupción quehay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2P.1:4). Esta naturaleza santa es también un requisitopara el matrimonio. Por dentro debemos ser comoCristo. Si no somos como El, cómo podremos unirnos enesta unión íntima con El? La Biblia dice, “Aquel quetiene esta esperanza dentro de sí, se purifica a símismo, así como El es puro” (1 Jn.3:3).Para que haya un matrimonio del Cordero y Su novia,ella debe tener la misma vida y la misma naturaleza.Pero todavía hay otro requisito, ella debe tener lamisma clase de cuerpo. De esto también se ha ocupadoel Señor. Un día cuando El venga por nosotros,entraremos a la gloria. Esto significa que nuestroscuerpos serán glorificados para ser como el Suyo. Porfavor ponga cuidadosa atención a este hecho. Hablandobíblicamente, “la gloria” no es un lugar. Es un estadode ser. No es un lugar al cual iremos sino unacondición a la cual seremos transformados. Loscristianos no están anticipando estar en “una tierrade gloria” o “cielo” sino a ser glorificados. Esta esnuestra esperanza. Nuestra esperanza no está en dondeiremos sino en lo que seremos transformados. Loscristianos no están anticipando estar en “una tierrade gloria” o “cielo” sino a ser glorificados. Esta esnuestra esperanza. Nuestra esperanza no está en dondeiremos sino en lo que seremos. No es una esperanza deir a “algún sitio” sino de llegar a ser algo glorioso.Colosenses 3:4 dice: “Cuando Cristo quien es nuestravida aparezca, entonces ustedes también aparecerán conEl en gloria”.Si deseamos saber cómo será este cuerpo, sólonecesitamos mirar la primera parte del libro deApocalipsis. Allí leemos cómo Jesús se ve “en gloria”,en Su estado glorificado. “Su cabeza y Sus cabelloseran blancos como blanca lana, como la nieve, y Susojos como llama de fuego; y Sus pies eran semejantesal bronce bruñido, como refinado en un horno y Su vozcomo el sonido de muchas aguas…Su rostro era como elsol brillando en su fuerza” (Ap.1:14-16) Esta figura,aterradora, flamígera, brillante es nuestro Señor engloria. Es Jesús en Su cuerpo glorificado. Esteespectáculo fue tan intenso que nuestro hermano Juan“cayó a Sus pies como muerto” cuando lo vio (Ap.1:17).Esto, hermanos y hermanas, es verdadera gloria! Estatambién es nuestra esperanza, que seremos glorificadospara ser como El. 1 Juan 3:2 dice: “cuando El semanifieste, seremos semejantes a El, porque le veremoscomo El es”. Nuestro cuerpo será cambiado “en uninstante, en un abrir y cerrar de ojos” (1 Cor. 15:52)para ser exactamente como El es. La Escritura nosenseña que “aquellos que son sabios brillarán como elresplandor del firmamento, y aquellos que hacen volvera muchos a la justicia, como las estrellas a perpetuaeternidad” (Dn, 12:3).Es interesante que este nuevo cuerpo está “enconstrucción” ahora mismo. El está “preparando” estelugar para nosotros. Posiblemente esto estérelacionado con nuestro crecimiento espiritual. Esprobable que cuanto más maduremos espiritualmente,tanto más glorioso llegue a ser nuestro cuerpoespiritual. Entonces cuando Jesús aparezca, nuestronuevo cuerpo glorificado aparecerá en exacta armoníacon lo que somos interiormente.

LA ESPERANZA DE GLORIA

Esta, queridos amigos, es nuestra esperanza. Es laesperanza de gloria. No es la esperanza de llegar aalgún lugar sino de nuestro destino. No es unaesperanza de donde podríamos ir o que podríamosobtener, sino de llegar a ser todo lo que Cristo es.Cómo necesitamos una revelación de esta verdad!. Cómonecesitamos “contemplar Su gloria” (Jn.1:14) como lohicieron los primeros discípulos. Sin una revelaciónde la gloria de Jesús, no tenemos esperanza. Si sólopensamos en recompensas físicas tales como lugares ocosas, estamos desprovistos de una relación auténticaque cambie nuestras vidas. Pero una vez que veamos lagloria de Dios, una vez que veamos lo que significaser glorificado, una vez que vislumbremos la gloriadel siglo venidero, entonces ciertamente desecharemostodo “peso y el pecado que tan fácilmente nos enreda”(Heb.12:1). Cuando hemos visto “la gloria” ya nada másimporta. Cuando vemos lo que realmente se nos estáofreciendo todo lo demás palidece en comparación.La esperanza bíblica es “la esperanza de gloria”. Nos“regocijamos en la esperanza de la gloria de Dios”(Rom. 5:2). Esta esperanza es resultado de larevelación. Cuando Dios nos revela Su gloria, entoncesy sólo entonces sabremos qué es lo que nos espera ydebemos anhelar. Es entonces que nos damos cuenta cuáles “la esperanza de nuestro llamado”(Ef. 1:18). Es entonces que tenemos entendimientoespiritual. Esta revelación de la gloria de Dios queva a ser nuestra herencia por cierto sirve como un“ancla” para nuestras almas.Es una revelación que cautiva nuestras mentes ycorazones de modo que ninguna otra cosa podría jamásparecer mejor. Cualquier costo que tuviéramos quepagar para lograr este objetivo, bien vale la pena.Pablo dice que él “considera que los sufrimientos deltiempo presente son nada comparados con la gloria queserá revelada en nosotros” (Rom.8:18).En el anterior capítulo hablamos de quien realmente esJesucristo. El es el Hijo encarnado. El es la imagendel Dios invisible. El es el instrumento a través delcual el padre se revela a Sí mismo al universo, el“resplandor de Su gloria y la imagen expresa de Supersona” (Heb.1:3). Pero aquí en la Palabra de Diosleemos acerca de una esperanza aún más increíble ygloriosa. La Biblia dice que podemos ser cambiados aesta misma imagen. 2 Corintios 3:18 dice: “Pero todosa cara descubierta, contemplando y reflejando como enun espejo la gloria del Señor estamos siendo cambiadosa la misma imagen, de gloria en gloria, aún como porel Espíritu del Señor”. Qué increíble! Cuáninimaginablemente maravilloso! Nosotros, pequeños einsignificantes seres humanos, podemos sertransformados a la “misma imagen”, la imagen del Diosinvisible. Nosotros no solo podemos contemplar Sugloria hoy, sino que a través de este contemplarpodemos ser cambiados en aquello que vemos de un gradode gloria a otro grado de gloria podemos sertransformados en lo que El es. Esto es realmenteesperanza. Esto es algo en lo cual podemos establecerfirmemente nuestra esperanza. Esto es algo que valemás que nada en el universo. Esto es algo que valetodo el esfuerzo que hagamos para obtenerlo. Es algopor lo que vale la pena renunciar a cualquier cosa,negarnos cualquier cosa, algo por lo que vale la penaaún renunciar a nuestras propias vidas para obtenerlo.Esto es todo un contraste con las pobres y mezquinasideas humanas acerca de lo que será la “tierra degloria” o los deseos de placeres terrenales.En Juan 17:21,22 tenemos una referencia de Jesúsorando al Padre. El no está orando por Sí mismo sinopor nosotros. Esta oración es de lo más increíble. Eldeclara que “la gloria que me diste, yo les he dado”.Y con qué propósito nos está dando Su propia gloria?Es para que “seamos uno; como tu, oh Padre, en Mí, yyo en Tí, que también ellos sean uno en Nosotros”. Pormuchos años creí que Jesús oraba por la unidad entrelos cristianos. Hoy tengo un punto de vista muydiferente. Ahora veo que El está orando para quenosotros participemos en la unión que El tiene con SuPadre. El deseo de Su corazón es que nosotroslleguemos a ser “uno” con El tal como El es uno con Supadre. El está pidiendo que se de una unión espiritualy gloriosa entre El mismo y aquellos que lo aman ysiguen. Esta unión, esta intimidad es tan increíbletan grande que es difícil imaginar que pudiera serverdad, El está abriendo el camino para queparticipemos en la unión y comunión que El tiene conel Padre. El Padre en El y El en nosotros, para queesta santa e increíble unidad entre el Padre, el Hijo,y la novia pueda ser hecha perfecta.

TODO LO QUE EL ES

Dios es infinito. El es eterno. Su creatividad esilimitada. Su poder no tiene limites. Su hermosura esinsuperable y Su gloria asombrosamente brillante.Nuestro Rey es totalmente afable, generoso, amante,justo y bueno. El es Aquel que ha hecho todo lo queexiste y aún hará todo de nuevo de una manera nueva.(Ap. 21:5). No hay otro ser en el universo que sepueda comparar con siquiera la más pequeña fracción detodo lo que El es. La palabra de Dios nos enseña todasestas cosas. Sin embargo, en la Biblia también podemosdescubrir lo que se llama “buenas noticias”. Es unhecho tan bueno que es casi increíble, sin embargo esverdad. Y es que Dios no está guardando todo esto paraSí mismo. El tiene un deseo en lo profundo de Sucorazón de compartir todo esto con los hombres. El hainvitado a aquellos que tienen la disposición desometerse completamente a El, a venir y participar detodo lo que El es. El plan de Dios es que nosotros,simples seres humanos, podamos entrar y participar detoda la gloria divina, naturaleza y autoridad. Podemosaún sentarnos con El en Su trono (Ap. 3:21). Esto noes decir que sólo podemos sentarnos un poco en suregazo. Esto significa participar en el gobierno deluniverso con Dios. Tal como una novia, después decasarse, puede participar de todo con su esposo, asítambién nosotros estamos invitados a participar detodo lo que Dios tiene y es. Una esposa comparte elhogar de su esposo. Tiene acceso a sus recursosfinancieros. Participa de su posición social. En unmatrimonio correctamente establecido, porque ella estásometida a el, ella tiene acceso no solo a todo lo queel tiene sino también a todo lo que el es. Asítambién, nosotros hemos sido llamados a ser la noviade Cristo. Dios en Su gracia nos está abriendo elcamino para llegar a ser participantes con El de Sugloria y reino.Oh, cómo necesitamos visión espiritual! Cómonecesitamos que nuestros “ojos” se abran para ver loque puede ser nuestro futuro! Necesitamos ver la meta.Necesitamos desesperadamente entender que es aquelloen lo cual estamos esforzándonos por entrar. Pablo,orando por los cristianos de su día pide que: “el Diosde nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os deespíritu de sabiduría y de revelación en elconocimiento de El, siendo iluminados los ojos devuestro entendimiento, para que conozcáis cuál es laesperanza de Su llamado, cuales son las riquezas de lagloria de Su herencia en los santos” (Ef.1:17, 18).Qué riquezas! Qué gloria puede ser nuestra herencia!Si solamente pudiéramos ver tan solo una pequeña partede esta realidad espiritual, abandonaríamos todo lodemás y correríamos sin impedimentos tras El.Hermanos y hermanas, podemos ser la novia de Cristo!Podemos ser transformados para ser como El de modo quepodamos entrar en una unión matrimonial con El. De ungrado de gloria a otro grado de gloria tenemos laposibilidad incomparable de entrar y tomar posesión deesta buena tierra. Podemos llegar a ser “hueso de Suhueso” y “carne de Su carne”, espíritu de Su espíritu,vida de Su Vida, naturaleza de Su naturaleza divina.Podemos y llegaremos a ser tal como El es. “Perosabemos que cuando el sea revelado, seremos como ElPorque le veremos como El es. Y todo aquel que tieneesta esperanza en El se purifica a sí mismo, como Eles puro” (1 Jn.3:2,3).Qué hay de usted? Está teniendo un goce anticipado deesta experiencia hoy? Su enfoque y deleite está enJesús o está usted buscando satisfacción en placeres yexperiencias terrenales? Su corazón, su alma, su mentey su fuerza están dedicados totalmente a vivir enintimidad amorosa con Jesús? Quizás sería bueno quetodos nosotros nos detengamos un momento aquí ycontemplemos estas cosas. Como hemos estado viendo,nuestra relación con nuestro Dios es el factor másimportante en nuestras vidas. Nuestra relación de amorcon El es lo que nos llevará a toda la madurezespiritual que necesitamos para obtener todas las“recompensas” espirituales que vendrán. Comparado conesto, todo lo demás es solo una sombra vacía. Hoy esel día para arrepentirnos sino estamos viviendocompletamente para El. Hoy es el tiempo de oír Su vozy volver a nuestro primer amor. Después que Jesúsvenga, no habrá otra ocasión. No habrá una segundaoportunidad. Dios nos está llamando, está extendiendoSu misericordia y gracia hoy a cualquiera y a todoaquel que responda. Ninguno es demasiado débil.Ninguno es incapaz. Su poder está disponible acualquiera y todo aquel que está dispuesto a oír Suvoz y entregarse completamente a El. Hoy es el día desalvación. La invitación ha sido dada. “El espíritu yla esposa dicen ‘Ven!’ Y el que oiga diga, ‘Ven!’ Y elque tenga sed, venga. Y el que quiera, que beba delagua de la vida gratuitamente” (Ap.22:17). Esta es lamaravillosa oferta de Dios. Si la descuidamos, seremoslos más insensatos de todos los hombres. En la NuevaJerusalén, no hay necesidad de ninguna luz. El Diosinvisible está allí iluminándolo todo con Su gloria.Esta luz está siendo sostenida y exhibida por la“lámpara” que es el Cordero de Dios (Ap. 21:23). LaSanta Ciudad entonces funciona como una granexhibición del carácter de Dios y Sus obras, a travésde las cuales esta luz irradia. Todos los creyentestransformados simbolizados por las muchas piedraspreciosas que componen el “muro” de la ciudad, sehabrán convertido en un tipo de exhibición ante eluniverso. El multifacético carácter de Dios se verá através de la personalidad de cada uno. Lasmaravillosas obras de Dios que El ha hecho en lasvidas de todos “los justos hechos perfectos” (Heb.12:23) estarán disponibles para que cualquiera lasvea. El inimaginable amor, misericordia y gracia deDios se exhibirá. La Biblia nos enseña que “la mujeres la gloria del hombre”, o sea de su esposo (1 Cor.11:7). Por lo tanto, esta gloriosa “mujer”, la esposade Cristo, servirá como una expresión amplia ycelestial de todo lo que Cristo es y ha sido paraaquellos que son parte de ella. Por cierto, “El vendrápara ser glorificado en Sus santos, y admirado entodos aquellos que creen” (2 Tes. 1:10) un día habráuna boda gloriosa y celestial. Estará usted allí?Estará usted preparado para tomar parte en ella? Lossabios de corazón se prepararán. Pagarán cualquierprecio que sea necesario para estar en ella. Estaránallí cuando la “voz de una gran multitud, como elestruendo de muchas aguas y como el sonido depoderosos truenos” anuncie “porque han llegado lasBodas del Cordero, y Su esposa se ha preparado (Ap.19:6,7).

The Clerical Error- by David W. Dyer

When Martin Luther nailed his 95 Theses to the door of the Roman church building, it was only the beginning of what we know today as the "Reformation." His burden was to expose the error of the Church and turn her back to God. But what he saw and what he wrote were by no means a comprehensive list of how far Romanism had strayed from the Truth. In those days much Divine revelation had been lost. Many elementary things which are taken so much for granted in our generation (such as salvation by faith) were unknown. So God mightily used our brother to address a few of these deficiencies and recover something invaluable. As the centuries have passed since then, God has continued to work through many of His people to restore revelation to His body. Such items as the use and function of the spiritual gifts, true spiritual worship, sanctification, baptism - just to mention a few - are now considered by much of the Church to be common knowledge. Ever since Luther's time, there has been an ongoing enlargement and unveiling of God's truth to His people.
This process has not stopped. We, the Church, have not yet arrived and will not until Christ comes in His glory. Therefore, if we desire to be in the forefront of God's activities, we must be willing to receive and act upon what He is presently revealing. The following thoughts represent a portion of what I believe God is desiring to restore in these days. They are not actually what might be considered "new." Nor are they my own independent revelation. These are things which have been understood by many sincere Christians for at least a century. However, as we will see, the natural tendency of fallen man makes these truths particularly difficult to practice and maintain.
From the very beginning of time, God's desires for man have been the same. He continually yearns to walk in intimacy and sweet fellowship with us. This was His purpose in creating Adam, His intention in calling the children of Israel to Himself and even His thought for the Church today. This loving desire of His applies not only to the general body of His people but to each one of us individually. God's longing is to establish an intimate relationship with us which will change our character and nature to be like His.
At first God worked only with individuals such as Noah, Seth and Enoch. Later on we are introduced to the idea of "God's people" when we read about Moses and the children of Israel in the wilderness. But even here God was not seeking just a general mass of religious adherents. Instead He greatly desired to have a personal, intimate relationship with each one of them.
Quite early on, about three months after they had left Egypt, God spoke to Moses concerning the Israelites. Here He revealed His original and highest intention for them. He said: they "shall be to Me a kingdom of priests" (Ex 19:6). This statement demonstrates what kind of relationship God was interested in having with each one of them. He envisioned an intimacy which would qualify them to stand in His presence and execute priestly duties. These would include such tasks as ministering to Him in worship and intercession and then ministering to others from what flowed out from His presence during those times. It was not His plan for them simply to know about Him and go through some religious motions periodically. Our God greatly yearned for His people to know Him and relate to Him personally and intimately.
But as you already know, the children of Israel failed to enter into such a relationship with their God. When He began to draw near to them and reveal His holiness on Mount Sinai, they shrank back from Him and pushed Moses forward saying: "You speak with us and we will hear; but let not God speak with us, lest we die" (Ex 20:19). "So the people stood afar off, but Moses drew near the thick darkness where God was" (Ex 20:21). The hearts of these people were not right with God and so when He began to speak to them, they could not bear it. Right at that moment they forsook the high calling which God Almighty had given to them and were content to let someone else relate to God on their behalf. Instead of repenting after hearing the words describing God's righteousness and allowing Him to cleanse them, they instead chose to put more distance between themselves and God and interpose a mediator who would bear the responsibility on their behalf.
This defection from God's ideal bore fruit soon afterward. While Moses spent time in the presence of God, the people were enticed by their own lusts. Their personal relationship with their Creator was so limited that they were soon doubting even His existence and His ability to fulfill His promises to them. Their solution was to create for themselves a god which was impersonal, unholy and easily manipulated - one which did not frighten them and whose presence did not demand something which they themselves could not do. At this point God very nearly gave up on them entirely and they became disqualified from fulfilling God's original intention (Ex 32:9,10).
Perhaps it was because the hearts of the people in general did not respond to Him that God then appointed a special group of priests. It may be that the tribe of Levi was chosen because they were willing to hear God, at least in some measure, and execute His judgments (Ex 32:28). So we see that with the appointment of a select priesthood to draw near to God for the people, the general assembly lost their privilege of becoming all that their Maker wanted them to be. The Levitical priesthood became for the people a sort of barrier or buffer zone which served to make God seem more remote and them feel more comfortable.
A similar picture becomes clear when we read the book of I Samuel. At that time the children of Israel had no king. God's thought was that they would be unique among the people of the earth - a people governed exclusively by their powerful, unseen God. However, the people chafed at this idea. To fulfill such a design required that they each establish a relationship with Him, learning to trust and follow Him. This was not easy, especially for the natural man. So these people once again rejected God's intentions and insisted on an earthly king. They longed for a tangible leader - someone human they could see, someone who would bear the leadership responsibility for them, someone who could be interposed between them and God. Samuel was completely against such a proposal, but God comforted him by saying: "They have not rejected you, but they have rejected Me, that I should not reign over them" (I Sam 8:7).
This then brings us to our present situation. Not surprisingly, there are great similarities between Christians and the Old Testament people of God. Church history informs us that not long after the departure of the early Apostles, the leaders of the church began to attain an ever-increasing prominence. Bishops began extending their authority over more than one city and eventually to whole regions. More and more emphasis was placed upon religious "positions" and the necessity of submission to those in these positions. Over the centuries, this process continued until it reached full bloom in Roman Catholicism. Soon the scriptures were taken completely out of the hands of the people and this "intermediary" tendency we have been discussing found its ultimate expression. Such a progression should not surprise us. It is a natural, human one. In fact, unless a concerted effort is made to the contrary, all Christian movements seem to drift in this direction.
Today, although Protestantism has made some progress away from the bondage, darkness and idolatry found in the Roman system, it unfortunately still retains some of its error. While the scriptures teach the priesthood of all believers (I Pet 2:5,9), the practice of much of modern Christianity denies it. Most of what we see today in the churches is simply the ministry of one, or perhaps a few selected individuals while the majority remain passive observers (Jer 5:31). I trust that this point does not need voluminous proof but should be evident to even the most casual observer. (By the way, if this description does not match your church experience, I rejoice with you and hope that you are enjoying all the resultant benefits).
Of course the present leadership situation among Christian assemblies is not labeled as a "priesthood." That would be blatantly unscriptural. Instead we have such titles as "pastor," "reverend" or "minister." But the function of these people is usually almost an exact parallel to the work of the priest in the Old Testament. They are the ones who "hear from God," do most of the teaching, counseling, organizing, etc. It is sad but true that in many situations the "preacher" is required to do almost everything.
Now since this is the well-established practice among believers today and seems almost universally accepted, many may wonder what is wrong with it. This is a most important consideration. In order to understand the answer, I believe that we must have a genuine concern for the interests and intentions of God. If man were the only partisan in this situation, perhaps our discussion would not need to be so serious. But here we are attempting to understand and fulfill God's requirements and so we must approach our subject with reverence and fear. Not only this, but it should be clear that His objectives are also for our own good and in our best interest. In fact, the more we see of God's designs the more we will realize that His directives and requirements are not merely for His own convenience but for our eternal benefit.
God's plan for His church is twofold. Firstly, He has instructed us to carry His good news to the ends of the earth. Secondly, He intends that we would be transformed into His image. Now if we are to powerfully and thoroughly carry out these instructions and achieve these ends, we must be people who are intimate with God! Each one of us must enter into and maintain a close, personal relationship with our Creator. We are all required to become priests. Then from this relationship will spring the priestly ministry which will accomplish God's designs.
We should not be looking to leaders or gifted individuals to get the job done. We must not rely upon international organizations and dynamic campaigns. All of us bear a part of this responsibility. The truth is that if we are not actively engaged in ministering to others, either through gospel preaching, or the exercise of other of our spiritual talents, we have fallen into error. God requires every one of His people to be employed in His work. We are all ministers. And we have all been called and ordained by God to do a work of priestly service until He comes (Jn 15:16).
When Jesus Christ ascended to His Father, He gave gifts to His church. These "talents" or spiritual gifts were not given only to a select few but to all (I Cor 12:7). Every function of every part is vital, just as it is with the different organs and members of our physical body. If even a seemingly small or insignificant part is not working properly, the whole suffers. This is very true in the church today. When only the especially gifted, talented or "trained" individuals do all the work, there is great loss to the body of Christ and also to God.
I sincerely pray that every reader will take this truth to heart. It does not matter what you think of yourself or of your spiritual abilities. Neither is it important how you compare to others. Even those with only one small talent are and will be required by God to use it to its fullest extent (Mt 25: 14-30). If we are cowed by comparing ourselves with others or are fearful and do nothing, we will have to answer to our Creator one day. It is both our privilege and our awesome responsibility before God to discover what work He has called us to do and begin learning by His Spirit to exercise ourselves toward this end.
Without such ministry, we will not grow properly. Oh, we may make some spiritual progress - especially in the beginning - but to really grow to maturity, we must begin ministering ourselves. As we give, more will be given to us. This is a spiritual law. If we are merely receivers - week after week listening to others who have spent time in the presence of God - our knowledge may increase but our lives will not be changed. This is the unfortunate state of much of the church today. We have our "superstars" who are perhaps well known and are busy day and night, but we also have the "passive majority" who rely on others to do the work.
The detrimental effects of this situation may not be readily apparent, especially in a well-oiled organization, but they are there nonetheless. Many Christian meetings are populated by spiritual babies who are overfed and underworked. They come week after week to receive and imagine that because they hear good teaching they are right with God. But far too often, these individuals still have hidden sins or serious flaws in their character. It is frequently as we attempt to serve others that these things are exposed. As we begin to minister we realize how our own life needs changing and this stimulates us to seek the Lord for deliverance. If we are truly to press on into spiritual maturity, it is essential that we become priests - priests who are actively carrying out their duties in the house of God.
Not only is spiritual ministry necessary for our own growth, it is also important for the progress of others. Regardless of your spiritual abilities or function in the body, there are others who need what you have. It doesn't matter if yours is a small piece or a large one. It is absolutely necessary. Somewhere among the believers you know or in the world around you, there are people to whom your portion is important. For example, your neighbors may be perishing without Christ as a result of your fear or unwillingness to speak to them. Or perhaps your Christian acquaintances may be seeking the very piece of understanding which you possess. Possibly many that you know are suffering because you have not taken time to pray for their deliverance or paid attention to their need. (It is always much easier to criticize or gossip than to pray or help isn't it?).
You see, your portion is essential for the growth and spiritual well-being of others. God has given it to you for their sake and therefore it is important to exercise it. In His wisdom, our Father has constructed the church so that each member is dependent on the rest. Therefore, for "all to arrive" at maturity (Eph 4:13), the ministry of each part is indispensable.
At this point some may ask, "Where do spiritual leaders fit into all this?" Leadership is both scriptural and necessary for a healthy church situation. However, it is also commonly misunderstood. The role of a leader is to lead. This does not involve dominating or controlling others but instead means to "get out in front" spiritually and go! Others will notice and follow. The word "rule" found in I Tim 5:17 and Heb 13:7,17,24 of the King James version has perhaps been the source of much misunderstanding. This word is PROISTEMI in Greek and should be translated "to stand before" or "to lead." The burden of a true leader is not to "run the church," but to assist all the rest in fulfilling their ministry - growing into all that God is calling them to be. You can easily recognize such genuine leaders because they will always be putting the best interest and spiritual progress of the rest ahead of their own. (See Lk 22:25,26.)
Leaders who are simply feeding themselves (building up their own ministry, feathering their own financial nest, etc.) and consequently keeping those in their care passive, will come under the judgment of God. Those who elevate themselves and keep others down for the sake of their own security, authority or other considerations are in an extremely precarious situation (Jas 3:1). Leadership must be that which is raised up by God. If it is only the product of education, appointment to a position, or personal ambition, it is certain to be a hindrance to real spiritual progress.
Improper religious organization can also be a limitation to fulfilling the desires of God. Getting the job done or keeping people active does not translate to spiritual maturity. In fact, even unbelievers can organize effectively. The task at hand is not to have huge buildings, "successful" ministries or great numbers in attendance. All these things can be achieved without ever fulfilling the Father's will. In His plan, programs are replaced with true spiritual ministries which He has raised up in our midst. Future plans are a result of His guidance and organizational or positional authority is replaced with true spiritual authority. When we are going God's way, people are not just slotted into some job which needs doing. (For example we need Sunday school teachers or ushers so we ask for volunteers.) Instead the ministeries of each person are discovered and then they are encouraged along these lines.
Now if the Christian meetings which you attend would fall apart completely if things were done in this way then I feel compelled as your friend and brother to inform you that it is not a truly spiritual work. It can only be a human organization which is not really accomplishing the purposes of God but only conforming to the standards of present-day Christianity.
It may be that you are meeting with a group of believers where you have no encouragement or opportunity to grow into your ministry. Perhaps your experience is just that of a "one man show" or something so organized that the life has gone out of it. Your talent may have been neglected, misused, ridiculed or discouraged. Yet, none of this is an acceptable excuse for doing nothing. When you appear before your King, there will be no one else to blame for not fulfilling your priestly duties.
Since God has equipped and called you, He will also make a way for you to begin serving. For example, you can pray anywhere at any time. You can give to others without any official sanction. You can teach and counsel from house to house if necessary. When you actually begin functioning in the ministry into which God has called you, the doors will open before you and people will recognize the hand of God in your life. Things will probably start slowly at first and may seem small or insignificant (Zech 4:10). But as you faithfully and diligently exercise your God-given talents, they will grow and you will grow spiritually also.
God's will is for us to be to Him a kingdom of priests. We are all His prophets (I Cor 14:1,31). Each and every one of us has a ministry to fulfill and spiritual duties to perform which no one else can do quite in the same way we can. When we appear before Him we will be called upon to give an account of our works (Rev 2:23). There what we have done will testify to our true spiritual condition. We will not be able to say that we did not see the needs or that we were not qualified (Mt 25:31-46). The same God who worked mightily in the Apostles and Prophets also lives in every one of His children. He is able to do far more than we ask or think if only we are obedient to Him.
I beg each and every one of you to take these thoughts seriously. Consider your own life and see if you are really an active laborer for your King or just a passive observer. Have you put a "safe" distance between yourself and God and allowed others to bear what should have been your responsibility? Have you shrunk back through fear or human inability and let others do the work? If so, take a moment right now and repent before Him. Give your whole life to God anew. Tell Him that from this moment on, you are completely willing to be a vessel for His service. Then, as He leads you, obediently work together with Him in His vineyard.

Irmãos em Cristo Jesus.

Irmãos em Cristo Jesus.
Mt 5:14 "Vós sois a luz do mundo"