sexta-feira, 9 de janeiro de 2009

“Todo el Cuerpo”de Cristo en la tierra

(Efesios 4:16)


¿Enseña la Biblia iglesias locales independientes, o la unidad práctica de “todo el Cuerpo” en la tierra?

Introducción

Algunas veces en la Escritura la palabra “cuerpo”, en relación con el Cuerpo de Cristo, se emplea para describir algo que no se refiere a la iglesia local, y que no incluye a los santos pertenecientes al Cuerpo que están con el Señor en el cielo.

Mientras que la palabra “asamblea” (gr.: ekklesia) se usa a menudo con referencia a algo que es local, esta misma palabra también se usa para describir algo en la tierra que es más amplio que la asamblea local pero que no incluye a los santos que están ahora con el Señor.

Los que niegan que la Escritura utilice los términos “iglesia” y “Cuerpo” en este sentido más amplio que la simple reunión local, son aquellos que sostienen la errónea doctrina de la independencia local de las asambleas.

Pero, en realidad, la Palabra de Dios utiliza la expresión “la asamblea de Dios” no solamente para designar la reunión local de los santos en un determinado lugar, sino también con el significado de la asamblea de Dios en la tierra, de la cual la asamblea local no es más que una expresión, una representación del conjunto en el lugar donde está reunida. El hecho de que la asamblea local constituye una expresión de toda la asamblea en la tierra, indica que la asamblea de Dios en la tierra no es considerada como un agregado se asambleas locales. Obsérvese que en la Escritura la palabra “miembros” siempre se emplea en relación con el Cuerpo y con la Cabeza. No encontramos en ninguna parte de la Biblia la idea de ser “miembros de una iglesia local”. Revisaremos a continuación algunos puntos en relación con estas verdades.

Mateo 16:18

“Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18).

Todos en general reconocen que este pasaje se refiere a la obra de Cristo y, por lo tanto, habla de lo que es verdadero, y no incluye la profesión falsa de la Cristiandad. Es lo que Cristo hace, y no lo que el hombre, con su infidelidad, ha hecho de lo que se le ha confiado a su responsabilidad.

En el tiempo presente, parte de Su iglesia está en la tierra, y parte en el cielo. Se objeta que la Escritura no habla de ese modo, es decir, como de una parte en la tierra y otra parte en el cielo. Pero si miramos con detenimiento este pasaje, entenderemos primeramente que los creyentes en la tierra forman parte de esta asamblea de que aquí se habla. En segundo lugar, el pasaje deja lugar para aquello que veremos más adelante, a saber, que la Escritura presenta, de hecho, una vista de la asamblea entera en la tierra.

Mateo 18:20

“Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20).

Este pasaje tiene en vista a la asamblea local. Pero sus repercusiones abarcan mucho más de lo que es puramente local, aunque éste no es ahora nuestro tema.

1.ª Corintios 15:9 y Gálatas 1:13

“Perseguí a la iglesia de Dios” (1.ª Corintios 15:9)

“Perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba” (Gálatas 1:13).

¿Qué era lo que Pablo asolaba? Él dice que era “la iglesia de Dios”. Pablo llevó a cabo esta persecución en muchos lugares (Hechos 26:11). Las palabras “la iglesia de Dios” se aplican aquí a algo que es más amplio que una asamblea local, pero que no incluye a los santos de la iglesia que ya están con el Señor. Algunos creyentes ya habían muerto cuando Pablo perseguía a la Iglesia de Dios (o sea, que ellos estaban ya en el cielo). Los cristianos que estaban en el cielo, claramente no eran perseguidos allí. De modo que la Palabra de Dios usa la expresión “la asamblea de Dios” para describir algo que no es la iglesia local y que Pablo perseguía en la tierra, aun cuando ya había cristianos muertos en el cielo, donde no podían ser perseguidos.

Ante este hecho, algunos han suscitado una objeción como ésta:

«Cristo estaba en el cielo cuando dijo a Pablo ‘¿Por qué me persigues?’ Por Mateo 25:40-45 vemos que cualquiera que persigue a un cristiano, persigue a Cristo, y como todos los creyentes son miembros de Su cuerpo, el que persigue a un cristiano, persigue a todos. Tal es la unidad del cuerpo, indivisible (1.ª Corintios 12:26). En este sentido Pablo persiguió a la Iglesia, no es que Pablo persiguiera a cada miembro vivo en la tierra. 1.ª Corintios 15:9 y Gálatas 1:13 significan que el Cuerpo era una unidad, y que cuando él perseguía a un miembro, perseguía todo el Cuerpo. No viene al caso que algún miembro particular estuviese en la tierra o en el cielo.»

Se puede contestar a esto que en cuanto a ovejas, cabritos y hermanos en Mateo 25:31, etc. se refiere al juicio de las naciones vivas previas al Milenio, y los “hermanos” allí mencionados son el remanente creyente de Israel. La relación de Cristo con el remanente no es la misma que la relación de la Cabeza con los miembros del un Cuerpo.

Cristo estaba en el cielo cuando Pablo persiguió a la Iglesia; pero el punto principal es dónde se hallaba localizada la iglesia que Pablo perseguía, no dónde estaba la Cabeza. No tiene importancia para el tema que tratamos dónde estaba Cristo. La Escritura afirma que la Cabeza es perseguida cuando los miembros en la tierra son perseguidos, pero no dice en ninguna parte que los miembros en el cielo (es decir, no la Cabeza en el cielo) sean perseguidos cuando lo son los miembros en la tierra.

Cuando Pablo perseguía a un miembro, perseguía a “todo el cuerpo” visto en la tierra como algo más grande que una asamblea local pero que no incluye a los santos que ya están en el cielo. Esto es así porque no se puede decir que Pablo persiguió a los santos en el cielo, sino sólo a los santos en la tierra, a los que la Biblia llama “la iglesia de Dios”. No se puede negar este gran hecho expresado por el apóstol. Y el hecho de que los santos en el cielo no son perseguidos ni sufren, y que la Escritura presenta algo en la tierra más extenso que una iglesia local, está en conflicto con la errónea doctrina de iglesias independientes.

1.ª Corintios 12:26

“De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él” (1.ª Corintios 12:26).

De particular importancia es 1.ª Corintios 12:26. ¿Se aplica este versículo a los miembros del cuerpo en el cielo? En otras palabras, cuando Pablo escribió que si un miembro en la tierra sufre, luego todos los miembros sufren, ¿sufría el mártir Esteban en el cielo? No. La verdad que declara esta Escritura es que si un miembro sufre, luego todos los miembros sufren con él. Y puesto que los santos en el cielo no sufren cuando un miembro en la tierra sufre, 1.ª Corintios 12:26 sólo puede significar el cuerpo en la tierra (“todo el cuerpo”, Efesios 4:16). La consecuencia es que la Escritura presenta al cuerpo de Cristo, “todo el cuerpo”, aquí en la tierra en actividad.

1.ª Corintios 12:28

En este mismo capítulo la Escritura también nos presenta una vista de la Iglesia en la tierra:

“Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas” (1.ª Corintios 12:28).

Así pues, 1.ª Corintios 12:28 trae ante nosotros a la asamblea en la tierra en la cual Dios ha puesto apóstoles, profetas, maestros, etc. Y deja ver que esta referencia a la Iglesia no es hecha con respecto a una asamblea local ni a algo que incluya a los santos en el cielo. Es la Iglesia de Dios en la tierra, la “iglesia de Dios” que Pablo perseguía; y es una enseñanza de la Biblia que por lo general no se acepta.

Efesios 4:16

“De quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efesios 4:16).

La fuerza de las palabras “todo el cuerpo” (gr.: pan to soma) nos dice que cada una de las partes, o sea, “cada miembro” realiza su propia actividad para el crecimiento del cuerpo.

Al igual que las Escrituras citadas anteriormente, Efesios 4:16 se refiere a algo en la tierra que está ocupado en su actividad, esto es, el cuerpo en la tierra. La verdad directamente obvia de este versículo contradice la negación de que la asamblea de Dios sea considerada como un solo cuerpo en la tierra, que no incluya a los santos en el cielo. Su explícita y llana declaración no es una interpretación que se le añada a la Escritura.

Esta Escritura también contradice el sistema de independencia de asambleas, hablando de “todo el cuerpo” en actividad, lo cual no puede incluir a los santos en el cielo, y sólo puede referirse —y claramente lo hace— al cuerpo en la tierra. El versículo se refiere a “todas las coyunturas” en actividad “según la actividad propia de cada miembro”. Es el cuerpo activo, “cada miembro” del mismo que trabaja. De nuevo, esto no es una interpretación, sino lo que el texto declara de forma llana, lo cual se ha de aceptar o rechazar. Es evidente, en presencia de lo que declara, que la expresión “la actividad propia de cada miembro”, sólo puede significar aquí en la tierra, y no en el cielo.

Qué simple es ver realmente que 1.ª Corintios 12:26 se relaciona con esta Escritura: “Si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él.” Es el mismo cuerpo en la tierra. Ninguno de estos pasajes contradice el hecho de que haya otro aspecto del cuerpo visto en su plenitud, en la gloria. Cada Escritura es perfecta en su lugar. Y estos pasajes que hemos visto también tienen su aplicación práctica a pesar de nuestros fracasos.

“Así también Cristo” (1.ª Corintios 12:12)

El tema es muy amplio, y sólo mantendremos un resumen. Veamos someramente un pasaje más.

“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo” (1.ª Corintios 12.12).

Éste es el mismo cuerpo que el que sufre tal como lo enseña 1.ª Corintios 12:26. No se refiere a los santos en el cielo. Es el cuerpo en la tierra y la Cabeza en el cielo, visto como el “Cristo”. La Escritura no considera a los santos en el cielo participando de la presente actividad del cuerpo.
La Escritura presenta una vista del cuerpo en su actividad sobre la tierra, lo cual afecta nuestra responsabilidad de dar expresión a esta verdad de Dios en la práctica.

Laodicea y Tiatira

Por último, respecto de Laodicea y Tiatira, algunos sostienen la independencia de iglesias locales basados en que cada asamblea es considerada por separado. Escapa a la brevedad de este tratado, una consideración a fondo de este tema (pueden consultar la Nota 12 al final de la obra «El paso que di», respecto de la asociación con el mal y su acción contaminante). Para citar a J. N. Darby en su obra «Pensamientos sobre el Apocalipsis» (1845):

«Y si Él caminaba entre los candeleros juzgándolos, es claro que lo que él habría de juzgar no eran los candeleros como tipo divino de lo que eran en el pensamiento de Dios. Los candeleros eran la idea que Dios tenía de ellos. La Palabra señala “las cosas que son”, esto es, lo que el hombre ha hecho realmente de ellos en la tierra. Cristo traía en juicio lo que el Espíritu veía para tratar con lo que el hombre había producido» (Collected Writings 8:25).

Como conclusión podemos decir que las Escrituras enseñan la responsabilidad local, pero no la independencia [1].

R. A. Huebner
1999
NOTAS

[1] N. del T.— La cuidadosa lectura del Nuevo Testamento revela que hay una sola Iglesia de Dios en la tierra, un solo cuerpo de Cristo, una sola casa de Dios que consiste de todos los verdaderos creyentes que viven sobre la tierra (Gálatas 1:13; Efesios 4:4 y 1.ª Timoteo 3:15). Y decimos «sobre la tierra», porque capítulos enteros de la Palabra tales como Romanos 12, 1.ª Corintios 12 y Efesios 4 hablan claramente de un solo cuerpo como un organismo capaz de funcionar en la tierra.

Las asambleas locales de que habla la Palabra, son expresiones o representaciones locales del un cuerpo de Cristo y de la una casa de Dios, que abarca a todos los creyentes de una determinada localidad (1.ª Corintios 1:1-2; 12:27). Nunca la Escritura habla de ser miembro de una iglesia o congregación local, sino que reconoce más bien una sola condición de miembro en el cuerpo de Cristo en su conjunto (cf. 1.ª Corintios 12:27-28). Estos pasajes también muestran claramente que los incrédulos no pueden formar parte de la asamblea.

Pasajes tales como Juan 11:52; Efesios 2:14-16, 1ª Corintios 12:13, etc., muestran que el
pensamiento de unidad de todos los hijos de Dios y miembros de este un cuerpo (junto con el deseo de comunión con todos los fieles creyentes, Hechos 2:42) es conforme con el sentir de Cristo, quien murió por esta unidad, y con la acción del Espíritu Santo que descendió a la tierra para formarla, todo lo cual llama a los cristianos a realizar de forma práctica esta unidad y a guardarla (Efesios 4:1-3). En el partimiento del pan, los hermanos dan expresión práctica de esta unidad simbolizada en el solo pan que es partido (1.ª Corintios 10:16-17), y las asambleas locales manifiestan también esta unidad del cuerpo en su comunión y en el ejercicio de la disciplina (Romanos 16:1; 1.ª Corintios 5:12-13). Si bien la unidad del cuerpo es un hecho, la unidad del Espíritu es algo que se debe guardar, lo cual se lleva a cabo prestando atención, en el ejercicio de la comunión, a los propósitos y objetivos del Espíritu Santo en la formación del cuerpo de Cristo y en el mantenimiento de esta unidad, así como guardándose uno mismo en separación de todo mal (Efesios 4:1-6; 2.ª Timoteo 2:19-22).

En asuntos de disciplina, la Escritura hace hincapié en la responsabilidad local delante del Señor (Mateo 18:18-20; 1.ª Corintios 5:13). Sin embargo, cada asamblea actúa como una expresión del un solo cuerpo de Cristo, como una representación de toda la casa de Dios. Este principio se halla ilustrado por las admoniciones que el apóstol Pablo da a los corintios desde afuera: Era la responsabilidad de la asamblea local consumar el acto de “poner fuera” (1.ª Corintios 5). Sin embargo, 1.ª Corintios 5:4, “En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo”, por ejemplo, excluye inequívocamente el pensamiento de independencia. Si una asamblea local actúa “en el nombre del Señor Jesucristo” cuando “ata y desata” en la tierra (Mateo 18:18), el alcance de esta acción es el mundo entero, y no se limita a la esfera local meramente. No actúa, pues, como una entidad independiente de otras asambleas, sino como una representativa expresión de la Iglesia de Dios en la tierra, de la Casa de Dios autorizada por la presencia del Señor y como expresión representativa del un solo Cuerpo de Cristo; ella actúa, pues, en nombre de la entera casa de Dios, en nombre del entero Cuerpo de Cristo en la tierra (1.ª Corintios 12:27).

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